Semanita de 40 horas
1 (Desenlace en cardíaca espera)
De nuevo, en la cancha pública la famosa semanita de 40 (cuarenta) horas.
Una vieja, antigua, milenaria y bíblica y legítima aspiración de los trabajadores.
Nunca en el viaje sexenal de Andrés Manuel López Obrador, el tema fue exhibido en el palenque.
Apenas, apenitas, el obradorismo se ocupó del aumento salarial.
Un incremento, por ejemplo, que llevaba a las amas de casa a sacar productos alimenticios de la canasta en la caja de pago de la plaza comercial pues era insuficiente.
La lucha eterna de los trabajadores desde, por ejemplo, cuando los doce apóstoles de Jesús crearon la única Comuna en las goteras de Jerusalén y en donde la regla universidad era la igualdad económica, social y médica.
Y desde la utopía vendida al resto del mundo por Carlos Marx y Lenin de “La Dictadura del Proletariado”.
Ay el llamado “socialismo con rostro humano”.
La realidad, “la cruda realidad” es la siguiente:
Salarios pichurrientos y miserables.
Empleos inestables.
Sin las prestaciones económicas, sociales y médicas establecidas en la Ley Federal del Trabajo.
Sin el legítimo derecho a escalar peldaños empresariales y oficiales en las dependencias privadas y públicas.
Incluso, sin el pago de horas extras y con jornadas laborales extenuantes.
Es más, sin el reparto de utilidades.
Y en caso de un reparto, humillante de principio a fin y por todos lados.
Y el riesgo de cuando un trabajador acercándose a los treinta años de antigüedad para pensionarse, el despido súbito.
Más, mucho más cuando los hijos de los empresarios, los dueños del poder económico, ocupan cargos gerenciales sin ninguna experiencia ni fogueo.
Únicamente, trabajando “de dueños” y que, ni hablar, para eso digamos el padre se “fajó el lomo”.
Ahora, la Semanita de cuarenta horas.
Ta’gueno.
En sexenios anteriores, la misma cantaleta.
Y de pronto, ¡zas!, el silencio.
La marcha atrás.
Ganaron los patrones.
Ganaron, quizá, quizá, quizá, los líderes obreros.
Más cuando se trata de dirigentes sindicales perpetuaos en el trono imperial y faraónico.
Por eso, y entre tantos salarios miserables, en Estados Unidos treinta millones de paisanos y la mayoría como migrantes ilegales.
Y de los cuales, un millón, originarios del Estado Libre y Soberano (ajá) de Veracruz-Llave.
En el palenque, la jornada laboral de cuarenta horas fracturando, por lo pronto, a empresarios, políticos, líderes obreros y trabajadores.
Cada uno con sus argumentos y rollos.
Cada parte mostrando el puño y los bíceps.
A ver…
2 (¿Qué hacen los trabajadores el dominguito?)
Semanita de 40 horas:
Hoy, los trabajadores suelen chambear de lunes a sábado.
Dominguito, el séptimo día, día de descanso.
¿Qué hacen los trabajadores el domingo?
¿Están con la familia, la esposa, los hijos, los padres?
¿El padre invita a la familia a una comidita en fondita por ahí, van a la playa, al cine?
¿Conviven con los amiguitos y los amigotes?
¿Descansan el domingo por la faena agotadora del sábado en la noche en lugares prohibidos?
¿Toman por correspondencia un curso de capacitación en su oficio?
¿Estudian por ahí, digamos, otro oficio?
¿Qué hacen para que cada domingo “puedan crecer un poco” en materia laboral, familiar, personal?
¿Miran lejos soñando con un mundo mejor para ellos y los suyos?
¿Se aplican en tareas de la casa?
¿Dejan que el día se vaya sin dejar una huella social?
¿Semanita de cuarenta horas para descansar sábado y domingo, digamos, jugando el deporte favorito?
¿Quizá en el activismo social y/o político?
Cardiaca espera el desenlace.
Mientras, los dimes y diretes. Que sí. Que no. Que a medias. (lv)