El olor a poder
**Seduce mujeres
**Plus de políticos
EMBARCADERO: Lo decía Henry Kissinger: “El olor a poder atrae a las mujeres”... Incluso, el olor a poder, más poderoso que el olor a dinero de los magnates... Y es que el olor de un político, jefe máximo, incluye también el olor al billete... Además, la dicha y la felicidad de cierto tipo de mujeres cuando tienen relaciones íntimas (y hasta prohibidas) con un jefe político encumbrado... Por ejemplo, aquella señora ex modelo que una vez a la semana llegaba hacia el mediodía al palacio para encerrona intensa y volcánica con el jefe
Y tanto a ella como al político le valían la audiencia esperando…
ROMPEOLAS: La señora de rojo que en las tardes, unas dos veces a la semana, alta y delgada, de piel blanca y pelo cortito, siempre sonriendo, subía las escaleras de la planta baja al primer piso del palacio y era mirada (y admirada) por los escoltas del jefe… Conscientes todos de que la señora iba a un encontrón con el patroncito… Y durante una hora en que la vida pública quedaba paralizada… Y ningún telefonema era permitido…
ARRECIFES: El político aquel forrando con caucho un cuartito en su oficina para evitar, primero, el ruido de la calle… Y segundo, evitar que sus pláticas privadas con jefes políticos pudieran escucharse… Pero más aún, para diluir el gimoteo en sus encuentros eróticos con chicas veinteañeras desfilando en su oficina y vida como en un carrusel de caballitos en la feria pueblerina… El político aquel sorprendido en repetidas ocasiones con una chica de unos trece, catorce años, en sus piernas, toqueteándola y besándola, en tanto la madre esperaba sentadita en la sala de audiencias y tomando un cafecito calientito con un pancito…
ESCOLLERAS: El político aquel que en el avión oficial solía encerrarse en un gabinete en la parte trasera mientras los invitados en el vuelo esperaban en la parte delantera… Y el político en un atracón sexual con la chica del momento y volando en medio de las nubes y el sol y el cielo nítido, claro y transparente… El político que “en la plenitud del pince poder” citaba a las amantes en turno en la ciudad de México… Ellas, volando en el primer vuelo… Y él, volando en el avión oficial… Y convertían la tarde noche en un frenesí…
PLAZOLETA: Fueron todos actos públicos y manifiestos… Trascendidos… El ejercicio del poder en su más elevado (y encendido) decibel… Vaya, la chica aquella a quien el político le tenía quince cuentitas bancarias con igual número de tarjetas para gastar y con cargo al erario… Aquella madre aconsejando a su hija de 25 años, con un político amante: “Pídele un coche… Pídele una casa… Pídele una cuenta bancaria y abultada… Y cómprate vestidos y calzado”… A la chica aquella se le despertó la ambición y entonces, exigió cargos públicos… Y se los dieron… Lo decía Henry Kissinger: “El olor a poder”… El cuerpo femenino, a cambio del festín masculino… (lv)