Tiempo de sumar y sumirse
**El mundo utópico
**Morir en el intento
UNO. Vacas gordas y flacas
La vida suele dar muchas volteretas. A veces, las más, se está abajo. Pocas ocasiones, arriba. Tiempo bíblico, caray, de las vacas flacas y las vacas gordas.
Tiempo de tirar cohetes y recoger varas.
Tiempo de sumar y de sumirse. Incluso, enconcharse, entre otras cositas y hechos, para pasar inadvertido.
Tiempo cuando se despide un olor respirable. Y cuando, desde luego, se huele peor que las cañerías.
La vida es así. Más, mucho más, cuando se cumple la profecía bíblica. Pobre naces. Pobres vives. Pobre mueres.
Y el tiempo cuando, por lo general, los otros tratan a los inferiores y subalternos con menosprecio y desdén.
DOS. Morir en el intento
La vida, cierto, da vueltas excesivas. Y por lo general, reza la conseja popular, en el tiempo de los vientos favorables ha de aprenderse a ahorrar lo máximo posible considerando que a la vuelta de la esquina los vientos bien pueden ser, bien son, torrenciales y huracanados.
Y por desventura, es el momento cuando la familia, los compadres, los amigos, los colegas, los compañeros en la oficina, el taller y el surco se alejan y desaparecen.
Y como dice el proverbio popular, apenas, apenitas miran el hundimiento del barco se acuerdan de las ratas y tiran al mar.
Y sin medir ni calcular que pueden ahogarse.
TRES. Utopías… engañosas
Por eso, aquellas linduras de la generosidad y la solidaridad y la misericordia y la compasión y “hoy por ti y mañana por mí” se vuelven palabras y frases manoseadas.
Incluso, los conceptos suelen ser hasta prostituidos.
Nada de que “amaos los unos a los otros”.
Nada de que “lo que hagas a los demás me lo haces a mí”.
Nada de que “hoy mismo estarás conmigo en el paraíso”.
Bellos, hermosos, conceptos, claro. Pero al mismo tiempo, utópicos.
Y la utopía es un bello sueño que únicamente existe en la calentura humana.
CUATRO. Los más humildes
Sólo existió un San Martín de Porres. Una madre Teresa de Calcuta. Un Rafael Guízar y Valencia. Un Ernesto Che Guevara. Un Gandhi. Un Mahoma.
Famosa la leyenda de Diógenes quien con una lámpara en la mano y prendida al mediodía con sol buscaba en las calles de Grecia al Hombre Ideal.
De allí pa’lante, cada ser humano luchando con denuedo para alcanzar los satisfactores personales y familiares.
La vida en el palenque económico y social como trepados en un ring de todos contra todos.
CINCO. Retrato de la vida…
Lo dijo aquel, “el hombre es el lobo del hombre”.
Y por añadidura, la mujer es la loba de la mujer.
Con todo y que en la fama pública se asegura “veinte y las malas” que las mujeres son un millón de veces, dos millones, tres millones, mucho más generosas y solidarias que los hombres.
¡Bienaventurados quienes así lo puedan constatar!
Pero se lo dijo su señora madre a Fidel Herrera Beltrán cuando salió de Nopaltepec para estar, ser y trascender en el país:
“No tengo dinero para heredarte. Pero te doy un consejo: Nunca pelees con una mujer porque es pelear con doscientos hombres al mismo tiempo”. (lv)