Y si duda existiera ahí está el caso de la mujer asesinada por una bala perdida en una balacera el sábado doce de abril en Sayula de Alemán.
Además, embarazada.
Ella caminaba con su esposo en el barrio “Pobre”, en Sayula.
Y de pronto aparecieron los malandros…

PASAMANOS: Los malandros disparando contra un obrero de nombre Isaías Martínez, apodado “El Pirri”.
“El Pirri” sacó su pistola y contestó al rafagueo de unos sicarios en una camioneta.
Un balazo le dio en la cabeza a Kenia Itzel, M. C., y murió casi casi al instante, desplomada en la calle.
Minutos después, “El Pirri” también caía abatido por el tiroteo.
En el lugar de los hechos fueron hallados treinta casquillos de distintos calibres.
En el boletín, y como siempre repetía George W. Bush como presidente de Estados Unidos sobre las víctimas inocentes con su guerra en el otro extremo del mundo, la secretaría de Seguridad Pública dijo que la muerte de la señora embarazada era “un daño colateral”.

CORREDORES: En la era Nahle se han concitado varios daños colaterales.
Por ejemplo, el amigo del diputado federal, Benito Aguas, asesinado en Zongolica cuando viajaban en una camioneta en la carretera, también perdió la vida.
En fuegos cruzados en la montaña negra de Zongolica y en la zona centro, par de niñas fallecidas por una bala perdida.
Se vive y padece en el territorio jarocho una guerra sin cuartel. Inacabable, parece. Y desde el sexenio de Javier Duarte a la fecha.
Y “los daños colaterales” son muchos, demasiados.
Caray, de y paso, llamar “daño colateral” a la muerte trágica de víctimas inocentes en fuego cruzado significa toda la desconsideración humana.
La vida, materializada.

BALCONES: Por más y más que la autoridad estatal invente ferias en pueblos y rancherías…
Por más que sean inaugurados festivales religiosos con los Santos Patronos de cada comunidad…
Por más y más que los santos de la iglesia católica sean paseados en cada pueblo…
Por más alarde de un Veracruz listo para recibir “a los millones (millones, millones) de turistas en Semana Santa…
“La muerte tiene permiso” y ninguna persona cuerda, serena y fría puede aventurar la paz pública.

PASILLOS: Veracruz es un gigantesco camposanto.
La sangre femenina y masculina escurre por los cuatro puntos cardinales.
Y nada ofende, veja, lastima y humilla la vida de los ciudadanos de a pie y motorizados como cacarear que “en materia de seguridad vamos bien, muy bien”.
Y que “el índice de inseguridad ha bajado y muchísimo”.
Y que si por ahí trasciende la violencia “son hechos aislados”.
Y que por aquí se consuma, digamos, un hecho violento, entonces “iremos por los delincuentes”.
El Veracruz de la realidad.
Y el Veracruz de Nahle. (lv)