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Escenarios
Sábado 12 abril, 2025

5 hombres santos

**Profes en el Seminario
**Normaron la vida

UNO. Edén educativo

En el Seminario Menor de Xalapa, cinco curas significaron el Edén educativo. El objetivo superior, animar y reanimar la vocación sacerdotal.
Los cinco, marcando la pauta. Los cinco, lumbreras. Inteligencias incandescentes. Talentos. Talentazos.

El padre Lino Reyes. Un místico. Callado. Silencio. Introspectivo. Observador. Cauteloso. Sangre fría para mirar, observar, escudriñar, ser, actuar, reaccionar y trascender.
Una vez, acompañado de unos seminaristas caminaban en la calle Ursulo Galván. Y toparon con una señora precarista extendiendo la mano para “una limosnita por el amor de Dios”.
El padre Lino se detuvo en seco. Sacó unos centavitos de la bolsa del pantalón. Y se los entregó con una sonrisa.
Predicaba con el ejemplo. Y sin pronunciar una sola palabra.

DOS. Sacerdote impactante

El padre Valiente. Mediana estatura era un Rotoplas. Fuerte. Macizo. Y tenía una vozarrona tremenda que se escuchaba en el otro extremo del Seminario.
Enérgico, muy enérgico, en clase. Jamás perdonaba una excusa para incumplir con la tarea. Y castigaba.
El peor castigo era prohibir la entrada en su clase. Y abría la puerta cuando, primero, el chico presentaba examen talentoso. Y segundo, cuando de plano se le bajaba el coraje.

TRES. Asesor espiritual

El padre Javier era observador y callado. Alto y fornido, blanco, mejor dicho, güero, los ojos azules, parece.
Su oficina era mucho más chica que un cuarto del Infonavit. Apenas, apenitas, cabía un escritorio modesto y par de sillas. Y la camita donde dormía.
Y siempre estaba con uno o dos chicos con quienes platicaba, digamos, en una especie de ejercicio espiritual. Una confesión. Una orientación. Una brújula para seguir empujando la carreta, aunque la carreta estuviera destartalada.
Es decir, cuando el seminarista había descubierto su otra vocación y ni modo, era la hora de migrar del Seminario.

CUATRO. Cartas de amor

El padre Muñiz. Impartía la materia de Literatura. Enseñaba a escritor, pues. A contar historias.
Pero antes, un viaje por los escritores clásicos. Desde la Grecia antigua hasta los rusos. Y los franceses. Y los norteamericanos. Y los escritores de color.
Después, enseñaba el análisis de los estilos personales de escribir de cada novelista, cuentista y poeta.
Y luego, a escribir con un estilo personal.
Hubo alumnos que aprendieron y muy bien a escribir cartas de amor pues el deseo y la pasión les aleteaba hasta por alguna monja joven.

CINCO. El jefe de jefes

El padre José Benigno Zilly, el más respetado y admirado en el Seminario.
También impartía Literatura. Y era profesor en la facultad de Filosofía de la Universidad Veracruzana.
Y escribía artículos y los publicaba en un periódico.
Y en el Seminario creó y fundó el periódico semanal, “El Clarín”, impreso en mimeógrafo y en donde el director general era un joven apodado “El trompeta”, Raúl de Gasperín, varios años después convertido en político en su pueblo, Córdoba.
“El Clarín” sirvió para que varios trabajadores de la información aprendieran las primeras letras. (lv)


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