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Escenarios
Miércoles 09 abril, 2025

Dios habló con un pintor

**Lo animó con pendientes
**Estaba enfermo


UNO. La historia de Balthus

En el mundo artístico lo conocían como Balthus. Fue pintor. El único en su tiempo respetado por Pablo Picasso. “Te admiro porque eres el único original. Todos los pintores me copian” le decía.
Tenía un apellido impronunciable. Balthasar Klossowski de Rola.

Fue polaco y francés. Nació en el año 1908 y murió en el año 2001.
Uno de los mayores atributos era como un pintor del cuerpo humano. Sobre todo, de chicas jóvenes. En posiciones sugerentes y provocativas, incluso. Desnudas, vaya.
Y en sus “Memorias” revela que habló con Dios. O mejor dicho, Dios habló con él.

DOS. “Pintar es rezar”

Era un pintor religioso. Cada mañana, antes de pintar, rezaba. Unas horas rezando. Estaba seguro de que “pintar es rezar”.
Una mano misteriosa y mágica guiando sus pinceles a la hora de pintar.
Hora fascinante en trance espiritual.
Entonces, enfermó. Estuvo inconsciente. Y al despertar pronunció la siguiente frase deslumbrante: “Acabo de hablar con Dios. Dios me ha llamado a su lado. Me ha dicho que tengo muchas cosas que hacer en la vida, que aún no he terminado.
Dios me ha dicho que siga trabajando. Y debo escuchar a Dios”.

TRES. “Una luz en mí”

Eso me ha dado una fe más fuerte.
Seguir andando por ese camino. El camino de Dios”.
Dios habló con Balthus.
Ok.
Pero también estuvo platicando una madrugada con un Papa en el Vaticano según crónica de Gabriel García Márquez, Nobel de Literatura.
El Papa tenía sed. Entonces, se levantó de su cama y se fue caminando por un pasillo a la cocina.
Y en el pasillo Dios lo esperaba.
Y platicaron. Y Dios le encargó unos pendientes.
Luego, Dios desapareció del pasillo y el Sumo Pontífice quedó desconcertado.
Es más, hasta olvidó la sed…

CUATRO. Alejado del mundo

Balthus vivía en un castillo. Con la esposa, una condesa, y una hija y un hijo.
Y un gatito. Y cuatro perritos y a los que paseaba en el jardín y en el bosque cercano.
Vivía alejado de la pasarela y la marquesina. Vivía para pintar. Y estar y convivir con la familia.
Religioso, de hecho, vivía como un monje. Digamos, en la purificación moral. “La honestidad valiente” obradorista, ajá.
Y desde cuando Dios se le apareció más, mucho más religioso se volvió.

CINCO. Personajes excepcionales

El escritor Antón Chéjov, tan amigo del religioso León Tolstoi, también era médico.
Y alguna vez cuando operaba en el quirófano a un paciente buscó lleno de curiosidad el posible espacio donde estuviera arraigada el alma.
Y por más y más que rastreó una pista, por ningún lado del cuerpo la pudo ubicar.
Ni en el occipital ni en el dedo gordo del pie.
Tampoco en las extremidades superiores ni inferiores.
Y si Dios se le pudo haber mostrado fue cuando escribiera “La dama del perrito”, un cuento basado en una señora misteriosa que llegaba al pueblo y paseaba en el bulevar acompañada de un perrito.
Por desventura, el resto del mundo jura y perjura que nunca ha tenido un familiar muerto que regresando del otro lado del charco le asegure la existencia de Dios.
No todos, claro, son como Balthus ni como el Papa de García Márquez. (lv)


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