Veracruz, un infierno
**Políticos arrepentidos
**Están amenazados
ESCALERAS: Heliodoro Merlín Alor fue presidente municipal en Cosoleacaque.
Después, su hermano Juan. También ganadero.
Luego, su hija Gladys Merlín Castro.
Y cuando Gladys, que también fue diputada local, terminó sus días y noches asesinada al mismo tiempo que una de sus hijas, la familia se zambulló en el silencio.
Digamos, una especie de retiro de la vida pública para cavilar sobre el siguiente paso.
Ahora, Elvia Merlín Castro levantó la mano para la candidatura a la alcaldía.
Y nominada por MORENA, el partido obradorista considerado el PRI del siglo XXI.
Por la fuerza avasallante y el arrastre popular en las urnas.
PASAMANOS: Pero Elvia Merlín fue amenazada de muerte.
La disputa siniestra y sórdida por la presidencia municipal.
Y en pueblos donde el alcalde suele tener, tiene, un poder inmenso.
Jefes de jefes en la demarcación correspondiente.
Elvia Merlín decidió que la paz de la familia es más importante que todos los cargos públicos.
Y declinó a MORENA.
Y declinó simplemente por tanta tanta tanta inseguridad en Cosoleacaque y en la región sureña y en los cuatro puntos cardinales del Estado de Veracruz.
CORREDORES: Es el mismo caso, y por desventura, de muchos otros políticos aspirantes y suspirantes a la silla embrujada del Ayuntamiento.
En ningún momento se alejará de MORENA. Es “una pausa en el camino” para esperar tiempos mejores, el legítimo sueño de la mitad de la población y de la otra mitad.
El presidente del CDE del PRI, por ejemplo, reveló que en un solo pueblo ha necesitado (por ahora) cambiar de candidato en repetidas ocasiones porque la inseguridad es turbulenta y huracanada.
Otros partidos también han enfrentado el revire de sus aspirantes.
BALCONES: “La vida es así y qué le vamos a hacer”.
Carteles. Cartelitos. Sicarios. Pistoleros. Malosos. Malandros.
Narco cámaras en pueblos indígenas, campesinos, obreros, suburbanos y urbanos.
Feminicidios. Secuestros. Desapariciones. Extorsiones. Asesinatos. Y fosas clandestinas.
El tsunami de violencia debido a la impunidad.
Y a la incompetencia de la secretaría de Seguridad Pública para garantizar el llamado Estado de Derecho.
Ta’canijo cuando, por ejemplo, los políticos prefieren renunciar a la posibilidad de un cargo público por amenazas interpuestas.
Digamos, como en el primer tramo del siglo XX cuando entre las tribus políticas se asesinaban como parte de un ajuste de cuentas para apropiarse del poder político.
Poder político, sinónimo del poder económico y social.
PASILLOS: En términos generales y como premisa universal, los carteles atrás de esas amenazas.
Pero… nadie dudaría de una alianza entre los carteles con políticos y funcionarios públicos para derrocar a cualquier aspirante, hombre o mujer.
Se ignora si Elvia Merlín y también el presidente del CDE del PRI habrían interpuesto denuncia penal en la Fiscalía General para (digamos, sólo digamos) rastrear la punta del iceberg.
Y/o de plano, por temor y miedo y “miedo al miedo” y precaución familiar reducirse a la denuncia mediática y ahí “dejar las cosas”.
Las renuncias de tantos aspirantes a las alcaldías expresan el estado de cosas en un infierno llamado Veracruz. (lv)