Un poema cada día
**Animar las neuronas
**Poesía en vez de religión
EMBARCADERO: Nada anima y reanima cada nuevo día como leyendo un poema antes de iniciar la jornada laboral... Y, claro, como dice el viejito del barrio, antes de comenzar “la lucha por la vida”... Desde luego, ahora, y gracias al Internet, pocos, excepcionales, necesitan salir a la librería para comprar un libro y/o a la biblioteca del pueblo para leerlo... Basta y sobra con prender el celular y escribir el nombre del poeta y en automático aparecen muchos de sus poemas
ROMPEOLAS: Ernesto Cardenal fue un poeta originario de Nicaragua… Lo han comparado a Rubén Darío, el padre literario de América Latina… Cardenal era sacerdote… Y cura de la Teología de la Liberación… Y socialista… Y guerrillero en el Sandinismo del siglo pasado… Cardenal tenía absoluta confianza de que algún día, algún día, algún día, la poesía sustituiría a la religión para hacer llevaderos los días y las noches… Y para incendiar las neuronas y el corazón… Y para inyectarse una dosis extraordinaria de optimismo y garra y vibra y fibra ara seguir remando la canoa en cada despertar…
ARRECIFES: En el Internet están los poetas de los cinco continentes con las más de doscientas naciones… Y la lectura de un poema (pian, pianito, poco a poquito) suele llevarse unos cuantos minutos… Incluso, hasta repitiendo su lectura… Y en voz alta para escuchar el tropel de las palabras en el carril humano… Y en la hora temprana de la mañana… De entrada, las neuronas y el corazón y hasta el hígado se purifican… Un poema equivale, digamos, a una inyección de Beyodecta para agarrar ímpetu… En la iglesia dicen que es pasto para el alma…
ESCOLLERAS: Se trata de un ejercicio tipo Octavio Paz Lozano, Nobel de Literatura, quien se calificaba a sí mismo como “el viajero inmóvil”… El viajero inmóvil porque la lectura de libros le permitía un periplo, más que turístico, cultural, en los rincones del planeta… Por eso, aseguraba que había viajado mucho, demasiado… Y era un viajero sin necesidad del alarde mundano… Y estar festinando que se bajaba de un avión internacional y trepaba a otro para seguir periplo… Muchos, muchísimos años de su vida juvenil y parte de la madurez, Lenin, el ideólogo ruso, la pasó encerrado en la biblioteca del pueblo en donde vivía escondido pues los zares pusieron precio a su cabeza…
PLAZOLETA: La punta del iceberg para la lectura diaria de un poema está en comenzar… Unos instantes maravillosos, irrepetibles, para caminar las horas con un karma de protección… Conscientes de que la dicha de adentro es la felicidad de afuera… Y seguros de que nada ni nadie retroalimenta la vida como uno mismo… Razones de peso y con peso para patear el balón… Así, los demás, los otros, los amiguitos, los compañeros del salón de clases y de la chamba, los vecinitos, pudieran, digamos, pitorrearse… Lo escribió el poeta Salvador Díaz Mirón: “Tengo fe en mí… La adversidad podría quitarme el triunfo, pero jamás la gloria”… (lv)