“La violencia es inevitable”
1 (Los días y las noches en Veracruz)
En materia de seguridad en Veracruz hay par de discursos.
Los carteles y cartelitos, por ejemplo, siguen mostrando el puño y los bíceps tirando cadáveres en los ríos y lagunas. Y hasta en el Golfo de México.
Los cadáveres, más que nadando, flotando aguas abajo.
Y aguas abajo para ser descubiertas por los niños jugando la pelota a la orilla del río.
Y por los indígenas y campesinos pescando pececitos para comer al mediodía.
Los ríos y lagunas, camposanto de los sicarios y pistoleros.
Y con el eje rector acostumbrado:
En un pueblo secuestran y desaparecen a la persona.
En otro, la matan.
Y en otro pueblo, en un río, arrojan el cadáver.
Y por lo regular, la policía reporta un desaparecido.
Fue el caso, por ejemplo, del sábado 22 de marzo cuando en un canal de aguas negras en Tihuatlán apreció flotando un cadáver.
Un hombre.
Debajo del puente del poblado Sector 5.
El cadáver trasladado al Instituto de Medicina Forense de Poza Rica.
El otro discurso, en Minatitlán.
Digamos, una especie de respuesta de la población civil (la víctima) a los malandros.
Los cartelitos y carteles (sabrá el chamán) extorsionaban al propietario del bar “El Jalisquito”.
Y como parte del cobro, la extorsión y la intimidación por el llamado “derecho de piso”, el dueño del bar se hartó.
Y pronunció frase memorable, citable, recordable y bíblica:
“Si me toca ser juzgado, adelante. Pero eran ellos o la vida de mi personal”.
Entonces, trepó a su unidad móvil y se lanzó contra ellos.
Atropelló a par de extorsionadores.
Y los mató.
El empresario se llama Daniel Pérez López.
Luego, circuló video en las redes sociales y anunció el cierre del negocio.
Dijo: “No cometí ningún delito. Los delincuentes están muertos”.
La vida… como es.
Dura y ruda.
Difícil.
Es el Veracruz donde “el índice de inseguridad ha bajado muchísimo”.
El Veracruz “donde en materia de seguridad vamos bien, muy bien”.
El Veracruz donde si hay actos de violencia “son hechos aislados”.
Y el Veracruz donde si hay delitos “vamos por los delincuentes”.
Ta’gueno.
2 (Dos Veracruz. La gloria y el infierno)
¿Seguirán flotando más cadáveres en los ríos y lagunas, cementerios flotantes de los malos?
¿Seguirán rebelándose más ciudadanos al crimen organizado como el empresario de Minatitlán?
El Veracruz que “está de moda y hasta en Europa”.
Y puede crecer más, mucho más.
La vida en una encrucijada.
El bien y el mal.
Dios y Luzbel.
La gloria y el infierno.
3 (¡Vaya chunga obradorista)
Desde Felipe Calderón Hinojosa, los policías, los soldados y los marinos han sido incapaces de frenar el tsunami delincuencial.
Tampoco los vecinos de colonias declarados en vigilancia para detener a ladrones y rateros han podido.
Es el México (y el Veracruz) vivido y padecido.
Más, mucho más luego de aquel sexenio de “los abracitos y besitos para ‘los malosos’ porque también son seres humanos”.
4 (“La vida es así…”)
Y más vale aceptar la realidad adversa y darse como enterados de la civilidad y la convivencia con los malos.
¿Habrá país en el mundo (paraíso terrenal, vaya) donde la delincuencia organizada y común” haya sido disminuida, erradicada, controlada, desaparecida?
Con todo, caray, la ONU, Organización de las Naciones Unidas, declara a México en el décimo lugar mundial habitado por gente dichosa y feliz.
¡Te queremos, ONU, te queremos!
Ni el subcomandante Marcos pudo construir la paz en los municipios claves de su reino en Chiapas.
Un ex Fiscal General de Tamaulipas lo expresó del siguiente modo: “Ni Superman podría”.
Vaya paradoja: Dios Padre expulsó a Luzbel del reino celestial. Pero Luzbel construyó su reino en el infierno.
Ismael “El Mayo” Zambada confió al director general de Excélsior, don Julio Scherer García: “Si me matan… no pasa nada. Ya tengo sustituto”.
5 (El mal está en las raíces del mundo)
Luzbel convenció a Eva y Adán de comer el fruto prohibido.
Un hijo de ambos, Caín, mató a su hermano Abel por envidia y celos.
Herodes ordenó asesinar a los niños nacidos en Jerusalén porque entre ellos estaba el hijo de Dios.
Judas traicionó a Jesús por treinta monedas.
Y ni modo, aquí nos tocó vivir… (lv)