Se suicidan los valientes
**Enfermos y depresivos
**Historias personales
UNO. Mucho valor para arrancarse la vida
En realidad, para suicidarse se necesita mucho, demasiado, valor. La persona, sola, y sola frente a sí misma, toma decisión canija. Y entre la vida y la muerte, más, mucho más, sintiéndose cerca de la muerte, hay un momento estelar.
Y en el minuto o segundo que se prolonga la determinación ha de conjugarse la mayor entereza.
Hay quienes, por ejemplo, se quitan la vida por un amor, mejor dicho, por un desamor.
Pero también, en un acto desesperado cuando, por ejemplo, se está desempleado.
Y/o se padece dura y terrible y espantosa enfermedad.
DOS. De la depre al suicidio
El escritor Ernest Hemingway se quitó la vida porque era depresivo. Cien por ciento depresivo. Además, herencia genética. Su padre, famoso médico en Estados Unidos, se suicidó.
Y una mañana antes del amanecer, hacia las seis horas, se levantó en su recámara, se puso las pantuflas, se fue caminando al sótano donde guardabas las armas para cazar tigres y leones en África, tomó una escopeta y pegó un tiro en la boca.
Ninguna carta póstuma dejó. Su cuarta esposa despertó atemorizada con el ruido del escopetazo escuchado a un lado de la recámara en aquella mañana sin ruidos.
TRES. Suicidas profe y discípulo
El escritor japonés, también Nobel de Literatura, Yukio Mishima, se quitó la vida luego del Golpe de Estado que fraguara y fallara.
Así, y sin dejar carta póstuma, fracasado en materia guerrillera, revolucionaria, política y social, se pegó un tiro.
Otro escritor japonés, también Nobel de Literatura, Yasunari Kawabata, vivía en un departamento a orillas del mar.
Y era depresivo.
Además, maestro de Mishima, la tristeza, el dolor y el sufrimiento lo invadieron tanto que inhaló gas en la cocina de su departamento a orillas del mar y murió.
Tampoco escribió una cartita para despedirse de la familia y los hijos y los efebos amantes pues era bisexual.
Ni menos para explicar las razones.
CUATRO. Desempleado suicida
En la ciudad jarocha, un hombre era propietario de un barquito para capturar pescados en la bahía.
Y en un ultra contra súper nortazo, el viento torrencial y huracanado causó estragos a orilla del mar y hundió su barquito.
Y le entró la desesperación económica porque era fuente de ingresos.
Además, lo estaba pagando en abonitos a institución bancaria.
Una madrugada, hacia las 4 y media de la mañana, se levantó despacio de su recámara donde dormía con su esposa.
Y sin hacer ruido para que sus dos hijos siguieran durmiendo cada uno en su alcoba salió de la casa con una reata a la mano preparada exprofeso.
Trepó a un árbol en la calle y se ahorcó.
Su cadáver estuvo girando hasta el reposo y ahí permaneció hasta las seis de la mañana cuando unos vecinos se levantaron para ejercitarse y descubrieron.
CINCO. Enfermos y depresivos
Hay personas con duros y rudos males. Por ejemplo, cáncer de próstata. Divertículos. Riñones.
Y de ñapa, depresivos.
Y como son incapaces de soportar tantos dolores y a cada rato, entonces, piden al médico de cabecera la sedación paliativa previo acuerdo con los hijos a quienes exponen razones de peso y con peso. (lv)