Dueños de Veracruz
1 (Cementerios de los malos)
Los carteles y cartelitos, dueños, todo indica, de Veracruz.
Caray, propietarios hasta de las cuevas de Acultzingo habilitadas como cementerio particular.
Cinco cadáveres hallados, por lo pronto.
Los ríos y lagunas, panteones flotantes de los malos.
Los pozos artesianos de agua dados de baja, panteones de los malos.
Los cañaverales, panteones de los malos.
Los caminos de terracería y las carreteras, panteones de los malos.
Las calles y avenidas de pueblos y ciudades, panteones de los malos.
Las fosas clandestinas, panteones de los malos.
Veracruz, por cierto, campeón nacional en fosas.
Los canales de aguas negras en las cabeceras municipales, panteones de los malos.
La pista de antros, panteones de los malos.
Las mesas en las discotecas y en donde han abandonado cabezas decapitadas, panteones de los malos.
Las bolsas negras de plástico, panteones de los malos y expropiadas a las amas de casa y en donde solían (y suelen) depositar la basura.
El Golfo de México, panteón de los malos.
Los barriles para pozolear cadáveres disolviéndolos en ácidos, panteones de los malos.
Los lotes y terrenos y hasta ranchos, panteones de los malos.
Los aljibes y atarjeas, panteones de los malos.
Las barrancas y los despeñaderos, panteones de los malos.
Los hornos clandestinos, panteones de los malos.
Los campos de exterminio, panteones de los malos.
Caray, hasta abandonando cadáveres en lotes baldíos para festín de los zopilotes con picotazos tragándose los ojos.
Los niños rurales mirando atónitos el flotadero de los cadáveres en los ríos cuando juegan pelota en la orilla.
Niñas asesinadas en n fuego cruzado. Una bala perdida.
Los malos dejando mantas sembradas en el cadáver como en el filme “El infierno”.
Los ciudadanos, a punto de un infarto canijo cuando el trascendido de policías al servicio de los malos y haciendo el trabajo sucio para ellos con el secuestro y la desaparición.
El terror y el horror en un infierno llamado Veracruz.
“El infierno está aquí” exclama Joaquín Cosío, “El cochiloco”, en el filme cinematográfico “El infierno” de Luis Estrada.
Días y noches torrenciales y huracanados de cara al Golfo de México.
Insólito, inverosímil: En las cuevas de Acultzingo descubiertos cadáveres.
Y la imaginación, considerada “la loca de la casa”, preguntándose cuántas cuevas con cadáveres hay, existirán, en los cuatro puntos cardinales del Estado jarocho.
Como la cueva de “La tía Chana”, en Soledad de Doblado, aquella donde se refugió Antonio López de Santa Anna en feroz persecución.
Y/o como “Pedro, el anacoreta” quien vivía en las cuevas de Alto Lucero de Paquita la del barrio en el siglo pasado de acuerdo con sabrosa crónica del maestro Elías Calles y cuando el periodista Gonzalo López Barradas era presidente municipal.
Las cuevas donde vivía Luzbel según la película “Macario” con Ignacio López Tarso basada en un cuento de Bruno Traven.
Caray, las cuevas rupestres tan famosas en el país y en donde los pintores indígenas dejaron testimonio visual de su tiempo.
“El Llanero Solitario” y Toro, escondiéndose en las cuevas para librar la feroz persecución policiaca en el comic de Yolanda Vargas Dulché.
Por cuevas, claro, no paramos.
Ahora, con otra función, como en Acultzingo, Veracruz.
2 (La cueva de “Alí Babá”)
Algún día podrá, digamos, conocerse, el tiempo cuando las cuevas de Acultzingo fueron habilitadas como cementerios particulares de los narcos.
Algún día, desde luego, trascenderá el número de más y más cadáveres sepultados y/o tirados en cuevas.
La famosa cueva de “Alí Babá” y los treinta ladrones. (lv)