La vida derrumbada
**Caminar sin esperanzas
**Veracruz, el infierno
EMBARCADERO: Los días y las noches en Veracruz se derrumban en la nada... Y la nada es nada... Más allá del limbo... Y lejos del rincón más arrinconado del infierno... Más allá del purgatorio cuando relata el texto bíblico todavía existe una posibilidad redentora... El destino personal y familiar y colectivo de los más de ocho millones de habitantes es lúgubre y trágico... Siniestro y sórdido... Los primeros lugares nacionales en secuestros, extorsiones, feminicidios
y fosas clandestinas… El quinto lugar nacional en desaparecidos… Más de siete mil cuatrocientos en el sexenio 2018-2024… El escurridero de sangre como mural artístico en los cuatro puntos cardinales del Estado jarocho…
ROMPEOLAS: Lo peor… Se vive aquí sin esperanzas… Digamos, como unos autómatas… Robots con actos mecánicos… Por inercia… En cada amanecer se corre de prisa y con prisa al trabajo para checar la tarjeta en tiempo y forma… Pero sin entusiasmo ni alegría… Y en las horas jornaleras, el trabajo sin la creatividad y la productividad escalando… Y al mismo tiempo, la nostalgia por seguir los pasos del millón de paisanos como migrantes con y sin papeles en Estados Unidos… ¡Tantos años denominado el paraíso terrenal!... La llamada raza de oro delirando con el sueño americano…
ARRECIFES: Meses y años derrumbados sin rastro económico y social… Incluso, vivir siempre en gerundio… Es decir, planeando y planeando y planeando… Y acariciando utopías jamás aterrizadas… En un lado del ring, la vida expuesta a una bala perdida y un fuego cruzado… Un secuestro, incluso, en el propio domicilio particular… Y en el otro lado del ring, el desempleo, el subempleo y la jodidez con los salarios pichurrientos…
ESCOLLERAS: Y en el otro, la subasta de los partidos políticos para amarrar el sufragio de los ciudadanos de a pie y motorizados en las urnas con sus candidatos a presidentes municipales, síndicos y regidores… Y en el cuarto lado del ring, la oferta sacerdotal del paraíso celestial… Siempre y cuando aquí, en la tierra, la persona se porte bien, muy bien, para ganar indulgencias… Y de paso, evadir el infierno como castigo y destino… Así, rafagueados por la izquierda, el centro y la derecha, ni modo de soñar “con haber crecido un poco cada día” como escribiera Walt Whitman… Los días, además, insustanciales, insulsos, sin sabor… Sin huella en la vida personal…
PLAZOLETA: Aquí seguimos… En medio de pesares y angustias… Quizá, quizá, quizá, creyendo que en la mesa de los sacrificios de cada hora se abre un camino derecho, derechito, a Dios, el Ser Superior, el final de una vida en el otro lado del charco… Del terreno de la razón al territorio de la fe… De la promesa de las tribus políticas a la utopía del paraíso celestial y en donde nadie, absolutamente nadie sufrirá ni padecerá el infierno terrenal por ahora (y desde hace mucho, muchísimo tiempo) padecido en Veracruz…
PALMERAS: En cada día las horas se desmoronan y desdibujan en la nada… Muchos pendientes sociales por resolver… Pero el más duro y rudo es la incertidumbre y la zozobra… Los días y noches lúgubres y trágicas… Y bienaventurados quienes crean en la fraseología guinda y marrón de que “en materia de seguridad vamos bien, muy bien”… Tantas veladoras prendidas en los altares familiares… Y tantas tumbas en los panteones municipales… Y tantos niños huérfanos de madre y padre… Y tantos ancianos a la deriva económica y social manifiestan el sufrimiento colectivo y el dolor social… (lv)