Lastre educativo
**Memorizar la clase
**Desde el siglo pasado
UNO. Todo sigue igual...
Hace unos setenta años, o más, en las escuelas primarias y secundarias, el estudiante más brillante, inteligente, talentoso, respetado y admirado era quien demostrara tener la memoria más asombrosa.
El profe en el salón de clases en la primaria y secundaria solicitaba al educando estudiar la lección para el día siguiente.
Pero estudiar significaba llanamente aprenderse la memoria “al pie de la letra” y hasta con los signos de puntuación de tal a tal página.
Y en clase demostrar la memoria prodigiosa que cada alumno tenía.
DOS. Enaltecer la memoria
Incluso, en el cuadro de honor de las escuelas la dirección tenía un cuadro de honor y en donde semana a semana inscribían los nombres de los chicos con una memoria prodigiosa.
Aquellos que en el salón recitaban la lección completita como una poesía de Amado Nervo y/o una canción de Gabilondo Soler, Cri-Cri.
Desde luego, muchas limitaciones. Unos alumnos, por ejemplo, apenas, apenitas, aprendían una o dos páginas de la lección.
Pero, bueno, hacían la lucha.
Incluso, uno que otro maestro aconsejaba comprar unas medicinas en la botica del pueblo para pulir y volver a pulir la memoria.
La memoria era inmaculada y santa.
TRES. Ningún profe enseñaba a razonar
Nunca los profes apostaron a la reflexión del tema del día.
Jamás enseñaron a razonar.
Menos, mucho menos, a analizar los hechos.
La memorización era la regla universal del aprovechamiento pedagógico.
Pero cosas y hechos de la vida y la educación, todavía hoy la apuesta en las escuelas es memorizar.
Y si de pronto a un estudiante le formulan la misma pregunta de la lección, pero con otras palabras, digamos, sinónimas, el chico queda en ascuas.
CUATRO. Pésima enseñanza
El gran reportaje en la revista Proceso escrito por la periodista Sara Pantoja sobre el lastre educativo se resume, además, del siguiente modo: “El niño de 6 recibirá beca. Pero seguirá sacando 6. No va a saber sumar y restar.
No va a saber leer porque no tienes mejores maestros ni buenos libros de texto.
Porque no hay un plan ni un programa de estudios revisado por especialista con lo más innovador para enseñar” (Proceso marzo del año 2025).
El lastre de la memoria. Y el lastre de una pésima enseñanza. Y el lastre de profesores incapaces. Y en el principio de Peter. Y con el talón de Aquiles.
Caray, cada presidente de la república suele crear y recrear sus libros de texto y a tono con su ideología.
CINCO. Lastre de siete décadas
Unos setenta años o más han caminado desde entonces y la memoria ocupa el eje rector del sistema educativo en el país.
Y tanto la secretaría de Educación Pública, SEP, como su homóloga, la secretaría de Educación de Veracruz, SEV, sin los Enrique Rébsamen, Enrique Laubscher, Rafael Delgado y Carlos A. Carrillo que pudieran aplicar el necesario cambio radical.
Los peores perjudicados son los estudiantes pues además de “no saber sumar y restar”, tampoco reflexionar.
Es decir, cavilar y escudriñar los hechos sociales, políticos, económicos, educativos, de salud, seguridad, procuración de justicia y desarrollo humano como si tuvieran una brújula para “crecer un poco (y mejor) cada día”. (lv)