De acuerdo con el sociólogo del barrio, algunas razones de peso y con peso son las siguientes:
A) El machismo. Una práctica iniciada desde la infancia cuando por decreto familiar la niña está obligada a servir la mesa y lavar los trastes y el niño nunca, jamás.
B) El hombre desarrollándose con los vientos favorables. Por eso, la fama pública del segundo frente. O más.

DOS. Hombres autocráticos

C) La procreación de hijos regados por ahí. Sembrando la semilla y brincando de flor en flor y de tálamo en tálamo.
D) Transferir a la pareja, además de la carga con los hijos, la carga económica. Las mujeres, madres y padres. Las mujeres chambeando para garantizar el itacate y la torta en la mesa a la hora de desayunar, comer y cenar.
E) El autoritarismo como recurso para imponerse ante la pareja y los hijos.

TRES. Primero los amigotes

F) Los amigos y amigotes. Sinónimo de parrandas, borracheras y trabajadoras sexuales. Amanecer en calidad etílica en una habitación desconocida con una mujer desconocida. Los amigotes por encima de la familia y de la convivencia familiar.
G) Condenar a la familia a la jodidez económica. Y a vivir el mayor tiempo en la austeridad impresionante.
H) La frivolidad del influyentismo. “Nadie puede meterse conmigo porque tengo amigos políticos que te hundirán”.
I) La violencia manifiesta, entre otros hechos, con tremendas golpizas a la pareja. Y hasta en contra de los hijos por el simple delito de pedir un fin de semana de convivencia.

CUATRO. Ángeles de Dios…

J) El asesinato de la pareja y de mujeres. Y los feminicidios. Caray, aquel habitante de Veracruz que mató a la esposa y el cadáver enterró en el patio. Y denunció el feminicidio. Y él mismo participando en su búsqueda. Y tan conmovido llorando ante la familia y los amigos.
K) El hombre como víctima. Jurar y perjurar que se volverá un ángel de Dios. Y al ratito, de nuevo en la borrachera y la infidelidad. Y en la irresponsabilidad laboral. Y llorando “a moco tendido” para convencer con las lágrimas a la familia.

CINCO. ¡Pobre víctima!

L) El hombre inmolándose en el área pública y asestándose “golpes de pecho”. Como aquel señor justificándose que mientras él llegaba en la madrugada a casa, cierto, en estado etílico cada fin de semana, el vecino llegaba ebrio y al mediodía del día siguiente y echando pleito.
M) El hombre creyendo “que el león cree que todos son de su misma condición” y acusando a la pareja de infidelidad. Más en el tiempo de la llamada Liberación Femenina. (lv)