Entonces, de frente topó con una patrulla de la policía municipal.
Y la poli le marcó el alto, pero por miedo, “miedo al miedo”, temor, pánico, la fama pública de la policía, en ningún momento se detuvo.
Apresuró el paso.

PASAMANOS: Entones, el policía Zurit Abel pidió al policía chofer se detuviera.
Zurit bajó de la patrulla. Alistó la pistola y le disparó.
Y Pablo Ortigoza tuvo muerte instantánea.
Tanta que los demás compañeros polis bajaron de la patrulla y lo sometieron. Y lo llevaron detenido a la comandancia.
Pablo estudiaba en la universidad. Trabajaba para pagar los estudios.
El asesinato fue a unos metros de su casa.
Los policías se fueron dejando abandonado el cadáver.
El sonido de los tiros despertó a los vecinos y se toparon con el cadáver del muchacho de 19 años de edad.

CORREDORES: Del viernes 28 de febrero a la fecha, la familia y los amigos y los compañeros estudiantes en marchas, mítines y plantones.
Todos, con la misma voz. Reclamando justicia. Y justica “pronta, rápida y expedita”.
Uno: la expulsión de la policía municipal de Fortín y que en lugar de Fortín de las Flores más valdría Fortín del “infierno tan temido”.
Un infierno llamado Fortín.
Dos: la presencia de los soldados y/o de los marinos.
El alcalde jugando juego truculento. Insensible.
Que necesita el visto bueno del gobierno del Estado para desaparecer el cuerpo policiaco municipal.

BALCONES: En Coatzacoalcos, la semana anterior, otra masacre. Cuatro víctimas en el asalto a un taller mecánico.
Los familiares de las víctimas clamando justicia. Hablaron con la gobernadora en una visita.
“Veracruz no es tierra de nadie” les dijo.
En teoría, claro.
Es tierra, por ejemplo, hoy (y desde hace ratito pues ha llovido demasiado, mucho, en la milpa) de los policías municipales.
Y estatales.
Y tierra de los carteles, cartelitos, sicarios, pistoleros, malosos y malandros.
Y tierra de los ladrones y rateros y raterillos.
Y tierra de los políticos pillos, corruptos y corruptazos como decía aquel.
Mientras, la fiesta de las balas y los tiros y los cadáveres y los mueres siguen.
Aquí, dijeron los familiares de Coatzacoalcos a la góber, “hay matanza tras matanza porque no hacen nada”.
El Veracruz, pues, de los ciudadanos de a pie y motorizados que todos los días y noches viven con modestia y sencillez soñando, digamos, con el paraíso terrenal.
¡Vaya paraíso!

PASILLOS: Más, mucho más en un Veracruz en el rincón más arrinconado del infierno.
Lerdo de Tejeda: un policía mata a un chico. Parte de la población intenta linchar a los policías de la secretaría de Seguridad Pública.
Totalco, Perote: los policías de la entonces Fuerza Civil desbaratan un plantón contras las Granjas Carroll con la crianza de cerdos y matan a dos hermanos y quienes dejan seis niños menores de nueve años de edad en la orfandad y dos parejas viudas.

VENTANAS: San Andrés Tuxtla la policía municipal mata a un hombre quien protestaba por una remodelación urbana.
Banderilla: la policía levanta, golpea y asesina a Inocencio Vázquez Rivas.
Las Choapas: un elemento de la secretaría de Seguridad Pública ejecuta a un habitante.
Tlaltetela: ocho policías agarran a patadas a un hombre, al parecer, en estado incróspido. Y los filman. Una parte de la población se lanza contra el presidente municipal. El señor alcalde dice que investigará. Con todo video filmado por ahí. (Iván Sánchez, La Jornada, corresponsal)
Así opera la policía en el inmaculado y sacrosanto Estado de Veracruz.
En Fortín, parte de la población ondea grito de batalla social: “Todos somos Pablo Ortigoza”. (lv)