Decepciona el periodismo…
1 (Incómodo para tribus políticas)
Nadie debiera quejarse ni dolerse de que el periodismo vive el peor de los tiempos. Baja circulación. Bajo Rating. Baja publicidad. Bajas ventas. Periódicos flaquitos con unas cuantas páginas. Cierre de medios. Despido de personal reporteril y fotográfico y secretarial.
Y es que “veinte y las malas” el periodismo tiene mucha, muchísima culpa.
Más considerando la profecía de Morris West en novela
estelar, “El arlequín”, cuando documenta que los grandes imperios y emporios suelen quebrantarse desde adentro.
Por ejemplo, el periodismo ha girado alrededor de las noticias insulsas, frívolas, intrascendentes.
Simplemente, el chismerío.
Y, bueno, un placer tomarse un lecherito de sesenta pesos en el restaurante y sacar filo a la tijera echando el chegaray a los ausentes, y otro hecho, mil, dos mil, tres mil años luz de distancia el chismerío en los medios.
Bastaría referir las últimas noticias dominando y predominando en el escenario periodístico como hechos relevantes para, digamos, enaltecer y dignificar la vida de los demás.
El lujoso vestido de Martha Higareda ahora cuando contrajo nupcias con un norteamericano.
El video de Juan Gabriel descubierto por ahí y en donde habla sobre el destino de sus restos.
El sacrificio en la mesa pública de la artista trans española Karla Sofía Gascón con la película “Emilia Pérez”.
Los 4 mil 500 jinetes de Brasil y México en caminata en Vega de Alatorre que “para impulsar la economía local” dejando, de paso, un caquerío en las calles y avenidas.
Los maridos Huberman cacareado en Estados Unidos como el modelo ideal con mucho ejercicio, mucha dieta y muchas proteínas.
La nueva pandemia que ahí vienen en EU con la gripe aviar.
Shakira y Jennifer López, las mejores heroínas del Super Bowl.
El marido de Nahle que no cobra ni un centavo como gran asesor en la secretaría de Desarrollo Agropecuario y quien se la pasa hablando de los hatos.
El lecherito más caro de América Latina a un costo de 3.5 dólares en la Argentina de Javier Milei.
Etecé. Etecé.
Es el periodismo que todos estamos practicando.
Además, claro, del chismerío político.
Por ejemplo, los kilos incalculables de tinta para descifrar el futuro de la Fiscal General si se va o se queda.
Los kilos de papel gastados con el reality-show del ORFIS, Órgano de Fiscalización Superior, cacareando de forma descarrilada tantas denuncias penales de corrupción de las tribus políticas y sin ninguna réplica en la Fiscalía General.
Tantas noticias publicadas en la portada mediática sobre el clan de los Yunes (todavía) azules y que así, pareciera, quedarán luego de tanto güiri güiri.
Entonces, aquel famoso llamado Periodismo Trascendente relevado por la noticia frívola.
Y si de pronto, ¡zas!, entraron (y con mucho apogeo) los tuitazos y los WhatsApp y los facebooks y los influencer y los Tik Tok y anexos y conexos con la frivolidad informativa por delante…
Y con videos de menos de un minuto resumiendo el hecho noticioso espectacular y bamboleante como las caderas insolentes de la fascinante chica de Ipanema…
Y con noticias en cuarenta caracteres…
Y azuzando los dimes y diretes entre los famosos…
Y la modelo Bianca Censori sorprendiendo a la mitad del mundo y a la otra mitad en los Grammy vestida con unos trapitos transparentes luciendo cuerpo perfecto…
Resulta lógico y natural que el ejercicio periodístico bien pudiera entrar a la historia, el recuerdo y la nostalgia.
Más, mucho más, cuando está probado y comprobado el rotundo fracaso social del periodismo.
2 (Igual para todos que la casa paga…)
Y el fracaso social del periodismo porque, por ejemplo, hay medios y diaristas contando la historia dura y ruda escenificada por las tribus políticas.
En la orilla del precipicio y resbalando en la ladera empinada, la corrupción, los trastupijes, las empresas fantasmas, el desvío de recursos públicos, el Dedazo, la Reelección, la obra pública concesionada por asignación y la herencia de los cargos públicos a la familia (esposa, hijos, hermanos, padres y hasta la barbie en turno).
Los feminicidios. Los secuestros. Los desaparecidos. Las extorsiones. Y las fosas clandestinas.
Veracruz, campeón nacional en migración a Estados Unidos ante la incapacidad oficial para animar y reanimar la creación de empleos.
Etecé. Etecé.
Y por más que el ejercicio reporteril esté documentado con hechos concretos y específicos…
Y mejor narrados y contados…
Y hasta con documentos oficiales…
Nada pasa.
Nada trasciende.
Las elites políticas siguen cometiendo las pillerías porque creen y sienten y están convencidos de que el cargo público es como una hacienda porfirista “para ordeñar la vaca y meter las manos al cajón”.
Sean rojos. Azules. Morados y guindas. Verdes. Amarillos. Naranjas. Y colores anexos y conexos.
El periodismo, entonces, únicamente dejando testimonio de los días y los años.
Pero sin ninguna huella.
Ningún resultado social, económico, educativo, de salud, seguridad y procuración de justicia y desarrollo humano.
Incluso, con el riesgo (sobre todo en provincia) de que las tribus políticas se arreglen con los magnates del periodismo y adiós, adiosito, a la publicación de las historias, digamos, malignas.
Entonces, nada mejor que formarse en la procesión y deslumbrarse con el lujoso vestido de boda de Martha Higareda.
Y el video post morten de Juan Gabriel.
Y la nueva generación de Maridos Huberman.
Y el vestido transparente de la modelo Bianca Censori.
Y porfis, que sirvan la última y para todos que la casa paga… (lv)