Descrédito policiaco
**Policías pateadores
**Caso Tlaltetela
ESCALERAS: En el video grabado por vecinos ocho policías de Tlaltetela agarran a patadas a un hombre tirado en el suelo.
El hombre caminaba en la calle y los policías municipales se le fueron encima.
Lo golpearon.
Lo tiraron al piso.
Lo patearon varios minutos.
Ya sometido, lo siguieron pateando.
Patada limpia. Dura y ruda. Brutal.
Y con la fuerza volcánica y feroz de un policía con el uniforme, la cachucha, el bigotito, la macana y la patrulla.
Luego, lo treparon y a la fuerza a la patrulla.
Y lo llevaron a la comandancia quizá para acusarlo de desacato y agravios a la autoridad.
PASAMANOS: Golpeado aquel ciudadano, los policías decidieron llevarlo a un hospital.
“Le rompieron la cabeza” les gritó un ciudadano en el lugar de los hechos.
“¡Montoneros, montoneros!” exclamaron otros.
Los polis actuaron así… que porque el hombre estaba ebrio “y arrojaba botellas de cristal a las casas y portaba un cuchillo” (La Jornada-México, Iván Sánchez).
Pero “haiga sido como haiga sido”, caray, ocho policías pateándolo. Y el hombre en estado de ebriedad. Todavía.
Mucha, demasiada, excesiva saña, barbarie, alevosía, ventaja y premeditación… para aplicar justicia, digamos.
“La razón de la fuerza por encima de la fuerza de la razón” diría el activista y sociólogo.
CORREDORES: Fue el treinta de diciembre. El primer mes de la era Nahle.
Y aun cuando los “pateadores” son policías municipales, al momento, ningún poli detenido. Ni acusado.
¡Ah!, el alcalde de Tlaltetela anunció que investigan los hechos “para aclarar la situación”.
De por medio, el video con la golpiza policiaca a un ciudadano…
Casi casi como el asesinato de dos hermanos en Totalco, Perote, cuando desalojaran, ajá, a parte de la población sublevada a las Granjas Carroll.
Un semestre después, el doble crimen de Totalco… en la impunidad, apostando la autoridad al olvido ciudadano.
“Ta’gueno”.
BALCONES: El descrédito policiaco por todos lados.
Simplemente, el abuso y el exceso del poder.
El uniforme embrujando y enloqueciendo a los policías.
Más, mucho más cuando suelen tener apenas, apenitas, educación primaria.
Y más, en pueblos rurales como Tlatetela donde luego del presidente municipal, el comandante y los policías son los jefes máximos.
Y cuidado y por ahí uno que otro policía tiene viejas rencillas con un ciudadano porque significa el Fin del Mundo, el Apocalipsis, la Resurrección de los Muertos.
PASILLOS: El abuso policiaco de Tlatetela, un caso para las ONG.
Y los organismos de derechos humanos.
Y los diputado locales y federales.
Y los partidos políticos.
Tanta violencia se multiplica en Veracruz que la Comisión Estatal de Derechos Humanos, por ejemplo, ha de esmerarse mucho más y como de hecho y derecho lo hace.
Con todo y que la Fiscalía General “la tire a loca” de igual modo como la Fiscal ha reaccionado ante las más de trescientas cincuenta denuncias penales del ORFIS, Órgano de Fiscalización Superior, acusando de “ordeñar la vaca” a igual número de funcionarios estatales con Cuitláhuac García y alcaldes.
VENTANAS: La golpiza policiaca de Tlaltetela multiplica el miedo “y el miedo al miedo”…
Y el terror y el horror…
Y el pánico… a las corporaciones policiacas.
Podrán existir (nadie lo duda) policías buenos como de igual modo hay políticos y reporteros pillos y ladrones, corruptos, corruptazos decía aquel.
Y al mismo tiempo, claro, claro, claro, reporteros y políticos íntegros.
Pero en el trío de casos equivale a buscarlos como “una aguja en un pajar”.
Además, nadie como los policías causan tanto daño a la población.
Incluso, y como se diera en el Duartazgo, la desaparición forzada, resultante de la alianza sórdida y siniestra de policías, jefes policiacos, políticos y funcionarios públicos con los carteles y cartelitos y sicarios. (lv)