Botiquín en mano
**La vida, receta médica
**Tiempo de la vejez
EMBARCADERO: La vejez es el tiempo de andar con un botiquín en casa y en la mano... Incluso, si el senil sale de viaje, antes que guardar ropita en la maleta, el botiquín completo... Y la receta médica para tener presente la hora de tomar cada pastillita... Incluso, en el gran entendido de que la medicina apenas, apenitas, sirve para atenuar los dolores y las molestias y el sufrimiento durante un solo día... El efecto, ya se sabe, dura 24 horas... Y al día siguiente otra vez
El enfermo condenado a tomar grageas el resto de su vida… Son pocos, excepcionales, fuera de serie, los doctores curando, por ejemplo, con la primera receta…
ROMPEOLAS: En todo caso, es parte de la vida… En la madurez, por ejemplo, la vida suele girar alrededor de la cantina, el restaurante, el antro y hasta el motel… A tono, digamos, con “La vida loca” de Ricky Martin… Pero a partir de la sexta, séptima década, la vida da un giro de más de 180 (ciento ochenta) grados… Y oscila entre el consultorio médico, la farmacia, el quirófano y la iglesia para rezar pidiendo el perdón de los pecados mortales y veniales…
ARRECIFES: Hay personas que para sobrellevar los días y las noches necesitan diez o más medicinas cada día… Incluso, llega momento estelar cuando sus cuerpos huelen a botica… Y más, mucho más, el aliento… Incluso, más que el olor a humedad, tan propio en la vejez con todo y regarse la botella con perfume… Y bañarse con jabón California… Y hasta lejía… Y que nadie se asuste… Los médicos aseguran que tomando diez pastillitas diarias nada pasa… Y, claro, con los soporíferos se puede enaltecer la calidad de vida…
ESCOLLERAS: En otro tiempo, el hombre, por ejemplo, con la dotación de preservativos… Y en la vejez, además de la nostalgia por el mundo vivido y usufructuado, el botiquín… Valores entendidos con los que ha de vivirse… Y lo más importante, sin angustiarse… “La vida es así y qué le vamos a hacer” exclama un personaje novelesco del escritor Carlos Fuentes Macías… Y el chorizo ese de “sacar juventud de mi pasado” puro rollo… Lo dice el adagio popular… En la vejez un hombre suele inspirar las siguientes emociones a una mujer joven de alquiler… “Primero, la caricia a cambio del pago… Después, lástima… Y luego del ritual corpóreo, asco, mucho asco”…
PLAZOLETA: Montón de enfermedades suelen cargarse en la senectud… Peor, cuando, por ejemplo, la pensión (si se tiene) es baja en tanto hay medicinas con un precio de hasta dos mil quinientos pesos… Y treinta pastillitas para un mes… Otros medicamentos cuestan unos mil pesos, por ejemplo, para la presión arterial y que ha de tomarse de manera puntual pues unos días sin ingerirse exponen la vida a infarto fulminante y atroz… Por eso, nada mejor como volverse ermitaño… Y encerrarse en casa a leer y escuchar música y a vivir del recuerdo… Incluso, y hasta aprendiendo a guisar para ayudar a la compañera de vida…
PALMERAS: En la vejez está probado y comprobado, el botiquín constituye el tesoro más importante… A menos, claro, se padezca terrible y dura enfermedad y se sufra mucho… Y más, mucho más, la familia… Y más, si se vive en la precariedad… Y por eso mismo, nada más aconsejable que una sedación paliativa o terminal… Una inyección aplicada por el médico de confianza y con la anuencia familiar… Y despidiéndose de todos con una sonrisa… Cierto, se requiere mucho valor moral y entereza… Pero con frecuencia, es lo mejor… Ningún caso tiene sufrir a lo tonto si se está consciente de la muerte insoslayable… (lv)