En los cuatro puntos cardinales del territorio jarocho, por ejemplo, no más feminicidios.
No más asesinato de mujeres.
Tampoco de hombres.
Menos, mucho menos, de niñas y ancianas ejecutadas.

PASAMANOS: No más escurridero de sangre femenina y masculina.
No más secuestros. Y en el domicilio particular.
No más desaparecidos.
No más extorsiones.
No más fosas clandestinas.
No más hombres colgados de árboles.
No más cabezas de capitadas abandonadas en la pista de un antro ni tampoco dejadas en la mesa de una discoteca.
No más bandas criminales.
No más carteles cartelitos.
No más sicarios y pistoleros.
No más malandros y malosos.
No más el incendio a negocios particulares.
No más bombas molotov a casas de empresarios.

CORREDORES: Ningún ciudadano de Veracruz (ni del país) desea vivir en medio del infierno. Peor tantito, en el rincón más arrinconado del infierno.
Nadie desea para sí y la familia y los amigos y los compañeros de trabajo y oficina, incluso, para los enemigos, adversarios y opositores un secuestro a la mitad de la noche.
Y por lo regular, terminar en una fosa clandestina.
Más cuando la vida en Veracruz está convertida en una especie de ruleta rusa y en donde amanecer cada día y llegar a la noche con vida significa un milagro.
El más grande milagro de que pudiera tenerse memoria.
¡Gracias, presidenta, gracias, gracias… por animar y reanimar las horas y los días en un infierno llamado México!

BALCONES: Desde luego, se ignora el número de mexicanos y/o de familias creyendo en la palabra presidencial.
Por ejemplo, ninguna duda de que los Morenacos refrendarán su fe y esperanza en la doctora Claudia Sheinbaum construyendo, ajá, el Segundo Piso de la llamada (por decreto) Cuarta Transformación.
Más, cuando la doctora tiene mayoría legislativa en la Cámara de Diputados y Senadores.
Y en la mayoría de los Congresos locales.
Y veintidós gobernadores.
Y cientos de presidentes municipales.
Un ejército de creyentes para inmolarse en la plaza pública y en la mesa de los sacrificios por “la verdad dicha a su tiempo”.
Mejor dicho, por la esperanza… a la orilla del precipicio, claro.

PASILLOS: Pero… luego de que en cada sexenio la misma venta de utopías suele reproducirse en el decibel más elevado…
Y en base a los hechos…
Lo mejor, lo ideal, está, y en todo caso, en conjugar el verbo “Esperar” en todos los tiempos gramaticales.
Muchos años esperó Job, el bíblico, deseando que el Ser Superior le restituyera los bienes perdidos.
Nunca, sin embargo, los padres históricos, Adán y Eva, pudieron regresar al paraíso celestial.
Y consciente de que nunca sería perdonado, Judas Iscariote prefirió ahorcarse de un árbol y/o tirarse a un pozo artesiano dado de agua en su rancho en las goteras de Jerusalén.
El camino al infierno empedrado de esperanzas…
“Confiamos en nuestra estrategia” dijo la presidenta.
Ta’gueno. (lv)