Por ejemplo: Unos medios la proyectan como vendedora de droga.
Otros, un ajuste de cuentas entre pandillas.
Y otros, asesinada por un conflicto pasional.
Es decir, por los tres costados una mujer del mal.
Antes, mucho antes de investigar.
Unos, le llaman feminicidio.
Otros, un asesinato.
En medio los teóricos del Derecho y de la ley y de la justicia.
Simplemente, el crimen de una mujer es feminicidio.
Y más allá de la naturaleza biológica está el respeto y la dignidad humana de todo ser viviente.
Más cuando se entra en el terreno de la especulación quizá, quizá, quizá, “para lavarse las manos” en el lado oficial.
Fue el 4 de enero. Sabadito. En la colonia Miguel Hidalgo.
Se llamaba Alondra (bonito nombre) Jacqueline Hernández López.
Unos medios publican que tenía 25 años. Otros, 32.
Unos que fue hacia las 5:45 de la tarde. Otros, en la noche.
Unos que estaba amordazada y con heridas con arma blanca.
Otros, incluso, que fue degollada.
Unos que fue ejecutada y/o feminizada delante de su hija de cuatro años.
Y entonces, la niña bañada en sangre salió corriendo de la casa y los vecinos la miraron y hablaron al teléfono de emergencia.
Unos que a un lado también fue hallado el cadáver de un hombre.
Otros que el hombre es de identidad desconocida y/o reservada.
Por encima de todo es una mujer.
En un Veracruz oscilando en los primeros lugares nacionales de feminicidios.
Y en un Veracruz, como en el resto de la república, donde seis de cada diez habitantes son mujeres.
Y en un Veracruz donde el desempleo, el subempleo, los salarios pichurrientos y la migración a Estados Unidos (primer lugar nacional) destrozan la vida.
Y en un Veracruz en el primer lugar nacional en la producción y exportación de trabajadoras sexuales al interior del país de acuerdo con la maestra e investigadora Patricia Ponce con su libro “Las guerreras de la noche”.
Entonces, y ante tantos vientos huracanados en la política económica, caray, satanizar y condenar a Alondra Jacqueline que por vender droga resulta miserable y ruin.
Antes, mucho antes, de buscar las razones económicas y sociales que pudieron llevarla a los extremos de la vida… en caso de ser así.
Claro, la nota de los medios está basada en la versión policiaca.

2 (Veracruz, seis premios Nobel de Mal Gobierno)

Piró el periodo constitucional de Cuitláhuac García. Y se fue encumbrando a Veracruz en cinco Premios Nobel de Mal Gobierno.
Uno, feminicidios. Dos, secuestros. Tres, extorsiones. Cuatro, desaparecidos. Y cinco, fosas clandestinas.
Y sexto, Veracruz en el primer lugar nacional en migración a Estados Unidos, la mayoría de la población huyendo del desempleo, el subempleo y los salarios pichurrientos.
Ahora, estamos en el llamado con fervor patriótico el Segundo Piso de la Cuarta Transformación.
Y como en el caso, con la filosofía política resumida en seis palabras:
“Vamos a cuidar a las mujeres”.
Tengamos fe, pues. Fe y esperanzas “a prueba de bomba”.
La misma fe y esperanza que ha servido en miles de años a la iglesia católica para ofrecer el paraíso celestial.
Y con la religión más devota y ferviente en los cinco continentes con más de doscientas naciones.

3 (Delitos a perseguir)

En cada mujer desaparecida…
Y en cada mujer feminizada…
Y en cada mujer asesinada…
Y en cada niña asesinada…
Y en cada anciana asesinada… siempre habrá, primero, un delito a perseguir para aplicar justicia y que, bueno, pareciera mucho, demasiado, excesivo pedir en un Veracruz rayando en la impunidad.
Y segundo, un fracaso del Estado para garantizar la seguridad en la vida.
Toda vida humana (así sea de una mujer demonizada ligada al narco y a las pandillas de los barrios) es invaluable.
4 (Ganarse el respeto))
El día cuando la gobernadora erradique el feminismo como ofreció en la toma de posesión será respetada.
El respeto como la cualidad prioritaria en un político y, claro, también en un ciudadano. (lv)