Acoso de malandros
**Eres tú o nosotros...
**Pastelerías Dauzón
ESCALERAS: Desde el norte de Veracruz, Poza Rica, la nueva estrategia, digamos, de los carteles y cartelitos, sicarios y pistoleros, malosos y malandros para azorrillar más, mucho más, el “Veracruz está de moda”.
Por ejemplo, el feroz ataque (y sistemático) en contra de la cadena de pastelerías Dauzón, su origen en Xalapa extendiéndose al resto del estado jarocho.
De entrada, tres ataques. Desde asaltos a camionetas transportando el producto hasta la quemazón de parte de la tienda en Poza Rica.
Entonces, la gobernadora rechazó con firmeza que se tratara de una extorsión por el llamado “derecho de piso”.
PASAMANOS: Así, se consumó la cuarta agresión.
La última, el lanzamiento de bombas molotov, todo indica, a la casa del propietario.
Raudo y veloz, el secretario General de Gobierno, Ricardo Ahued Bardahuil, tan profundo conocedor de la realidad real en los cuatro puntos cardinales del Estado que tanto asombrara al barón Alejandro de Humboldt en el siglo XVIII por su riqueza y belleza, aseguró, sin dudas, que las bombas molotov fueron simples botellitas que “alguien tiró con un líquido”.
Es decir, la equivocada filosofía política de negar los hechos. Ocultarlos. Minimizarlos.
CORREDORES: A tono, digamos, cuando el miércoles primero de enero, en Xalapa, la capital, la sede de los tres poderes, la sede de la Universidad Veracruzana, la vieja Atenas, unos malandros lanzaron gasolina y prendieron fuego a un centro de reciclaje.
Y “el siniestro acabó con el material del lugar” (Lourdes López, Excélsior).
Fue a las 5:30 de la madrugada cuando los Bomberos recibieron una llamada anónima avisando del desastre.
En el primer día del año.
Y de igual modo, ocultando la realidad.
En un principio, que un estallido de pirotecnia.
Luego, probado y comprobado que par de malosos arrojaron el líquido inflamable de acuerdo con las cámaras de videovigilancia.
La Fiscalía General (claro, claro, claro, y como siempre) investiga.
Y pronto “habrá resultados”.
La cantaleta sexenal que fue del antecesor en la silla embrujada del palacio de Xalapa.
BALCONES: El caso de la Pastelería Dauzón es ciento por ciento indicativo.
Uno: los malosos en contra de un empresario.
Dos: el empresario rechazando “el cobro de piso” y los malosos porfiando.
Tres: los sicarios asaltando sus camionetas en la carretera y prendiendo fuego a una tienda.
Cuatro: los pistoleros lanzando bombas molotov.
Cinco: los carteles multiplicando el miedo y el terror como medida de presión.
Sexto: el Estado, encargado de garantizar la seguridad en la vida y los bienes, ausente.
Y, séptimo: vaya paradoja, la llamada Cuarta Transformación negando los hechos como “si el sol pudiera taparse con un dedo” y/o guarecerse una persona de un torrencial con un paraguas.
PASILLOS: Bien pudiera considerarse el estilo de operar de los carteles y cartelitos en el Segundo Piso de la 4T.
Indicativa la insistencia y las presiones a la pastelería Dauzón.
Digamos, una feroz lucha abierta y declarada al empresario.
Casi casi, “eres tú o somos nosotros”.
Los carteles, adueñados de la agenda setting en Veracruz.
Ellos mandan. Ellos imponen el estilo de ejercer el poder. Y si los demás se oponen ya saben que el infierno les espera.
Un infierno llamado Veracruz.
VENTANAS: “El Dos del Palacio” repitió el mismo estribillo del exgobernador: “Ya hay detenidos”.
Y, claro, los nombres son mantenidos en secreto y discreción y sin precisar datos y ubicaciones vaya a ser que los sicarios aparezcan en un ejército malandresco y con mejores armas que las corporaciones policiacas y traten de liberarlos. (lv)