Desigualdad económica...
Pendiente número uno
1 (En 4 años Carlos Slim multiplicó fortuna)
La presidenta de la república acuñó frase bíblica: “Vamos a ir mejorando. Vamos a mejorar en todas las entidades de la república”.
Entonces, en automático se piensa en la terrible y espantosa desigualdad económica en el país.
Una desigualdad económica que por añadidura
se extiende y multiplica hacia la desigualdad social, educativa, de salud, seguridad, procuración de justicia y desarrollo humano.
Por ejemplo, seis de cada diez mexicanos están en la miseria, la pobreza, la jodidez, el desempleo, el subempleo y los salarios pichurrientos.
Además, treinta millones de paisanos en Estados Unidos como migrantes y de los cuales un millón son originarios de Veracruz.
Veracruz, por cierto, campeón nacional en migración porque aquí nunca pudieron encontrar un empleo.
Y menos un empleo digno, estable y cubierto con justicia laboral.
En tanto, doscientas familias son dueñas de más del sesenta por ciento de la riqueza nacional.
Bastaría referir que en los últimos cuatro años del presidente Andrés Manuel López Obrador, el magnate Carlos Slim Helú “fue beneficiario de dos mil quinientos contratos por adjudicación directa”.
Es decir, por Dedazo presidencial.
Indicativo y significativo, por ejemplo, que en seis años, AMLO, el ex, nunca quiso modificar el sistema económico, político y social que tanto favorece a los ricos y pudientes.
Por ejemplo, y entre otros hechos y cositas, “cobrar más impuestos a los ricos” siempre, claro, aplicando la ley.
“Habría empezado con una reforma fiscal para asestarle un golpe a la concentración de la riqueza” (Denisse Dresser, Foreign Affairs Latinoamérica de los meses de octubre a diciembre, 2024).
Una desigualdad, además, donde los familiares de los políticos son reconocidos y premiados hasta con cargos públicos y en los primeros decibeles de la pirámide del poder.
Más porque para que “a todos nos vaya mejor” ha de iniciarse por el justo reparto de la riqueza y los bienes.
Y aun cuando por ahí festinan un incremento del doce por ciento en los salarios porque significa “un paso a la justicia social” (Nahle, la gobernadora), se trata de paliativos.
De igual modo como paliativos son los programas del llamado Bienestar Social con bequitas bimensuales de seis mil pesos y que, cierto, animan y reaniman las neuronas y los corazones de las mayorías empobrecidas y jodidas.
Pero al mismo tiempo sirven (como han servido) para amarrar el voto de los precaristas en las urnas y seguir ganando elecciones.
La maestra, escritora y politóloga Denise Dresser lo resume del siguiente modo:
“El principal problema (con AMLO) fue que el sistema político no brindó soluciones para reducir la desigualdad y la distribución de la riqueza.
“La economía no creció a la velocidad esperada y la riqueza generada se concentró en unos cuantos”.
Bien pudo, digamos con optimismo, disminuir la pobreza en el país en el sexenio anterior.
Pero…. También se registró “un alza en la concentración de la riqueza”.
La fortuna de Carlos Slim, por ejemplo, en el obradorismo “creció 70 (setenta) por ciento en solo cuatro años”.
En contraparte, desde Palacio Nacional y desde “La mañanera”, AMLO la pasó exhortando “a la gente a abrazarse y a creer en Jesucristo y en el poder de la familia”.
Ahora es el turno de Claudia Sheinbaum Pardo.
Con la mayoría legislativa de su lado en las Cámaras de Diputados y de Senadores.
Y la mayoría de gobernadores.
Y la mayoría en los Congreso locales.
Y la mayoría de presidentes municipales.
La república de una sola mujer.
Y con seis años por delante para acotar la terrible y espantosa desigualdad económica, el talón de Aquiles y punto de partida para enaltecer la vida y la dignidad de los mexicanos. (lv)