Nahle y los Yunes
1 (“Ni perdón ni olvido”)
El tema de los Yunes azules ya se parece al Big Brother. Únicamente les falta ponerse de pie (quizá se están tardando) y exclamar: “¡Péguenle a esta cruz!”.
El último rafagueo fue de la gobernadora: “Con los Yunes ni perdón ni olvido... Pero ni a tomar un café” (La Jornada-Veracruz).
Desde antes, en el palenque público:
1) Andrés Manuel López Obrador, entonces, presidente
de la república: “Miguel Ángel Yunes Linares… no se arruga”.
2) Claudia Sheinbaum: Miguel Ángel Yunes Márquez ya entró a la historia.
3) Adán Augusto López Hernández, coordinador de la bancada Morenaca en el Senado: Defendiendo y blindando a Yunes Márquez “a tiro por viaje”.
4) Igual, igualito, el diputado federal, jefe máximo en la Cámara Baja, Ricardo Monreal Ávila.
5) Y también el jefe Gerardo Fernández Noroña. “No estás solo”, le dijo.
6) En el mismo tenor, la coordinadora nacional de MORENA: Ya sabemos quiénes son. Pero avalaron la Reforma Judicial de AMLO.
7) La bancada panista en el Senado en contra. Memorable la senadora Lily Téllez arrojando a los pies de Yunes Linares las treinta monedas de los fariseos a Judas Iscariote.
8) El último bombardeo de la gobernadora de Veracruz. “Tengo dos hijas y a mis hijas les tengo que enseñar con el ejemplo”. De por medio, la violencia política en su contra durante la campaña electoral.
9) Además, pendiente la denuncia penal en la Fiscalía General de la República en contra de los Yunes. (Archivos, por cierto, dados de baja).
Con todo, indicativa y significativa la filosofía política de la jefa del Poder Ejecutivo estatal encarnada en cuatro palabras: “Ni perdón ni olvido”.
La góber, pues, no sabe olvidar.
Tampoco, menos, perdonar.
Por añadidura, y de acuerdo con el sicólogo del barrio, bien estarían germinando en sus neuronas, el corazón y el hígado el rencor.
A tono, digamos, con López Obrador quien nunca, por ejemplo, perdonó a Carlos Loret de Mola.
Tampoco a Enrique Krauze ni Héctor Aguilar Camín.
Menos, parece, a Ciro Gómez Leyva.
Ni a Azucena Uresti ni a Carmen Aristegui.
Gregorio Marañon escribe en su libro clásico, Tiberio, Historia de un resentimiento, que al peldaño más alto del poder político ha de llegarse sin resentimientos ni odios.
Pero, bueno, la tesis política y sicológica y moral buena en el siglo pasado.
Con AMLO, los políticos supieron que ha de saber odiarse.
Y ni siquiera sentarse con los enemigos, adversarios, opositores, “a tomar un café”.
Simplemente, marcando la raya.
En la Ultima Cena, Jesús fue categórico con Judas:
“Lo que haz de hacer… hazlo”.
Y aceptando las treinta monedas lo entregó a los fariseos camino, derecho, derechito, al Gólgota.
Un hombre, Ángel Leodegario Gutiérrez, odiaba a otro hombre, Cirilo Vázquez Lagunes.
Y varios años después, descubrió y exclamó: “¡Basta! ¡Con tanto odio estoy envejeciendo!”.
2 (Aniquilar a los Yunes en Veracruz)
Ni el voto del senador Yunes Márquez por la Reforma Judicial de AMLO fue suficiente en Nahle para mirar hacia adelante.
Quizá, y en abono, mucho más importante la reunión de la gobernadora con la presidenta municipal de Veracruz, Paty Lobeira.
La agresión a Nahle parte de una campaña electoral. En el siglo pasado, caray, llegaban al crimen. Y en todo caso fue contra ella. Nunca contra las mujeres indígenas, campesinas y obreras. Y anexas y conexas.
“Ni perdón ni olvido” significa una filosofía autoritaria. Y ni hablar, son las reglas no escritas del juego. La dueña sexenal del poder y el chirrión.
Ninguna duda, entonces, de que la gobernadora se irá en contra de los candidatos yunistas a las presidencias municipales. El madrazo será derecho y sin rodeos.
Ni modo de permitir el triunfo de un yunista en los comicios.
Simplemente, aniquilar a los Yunes a como dé lugar.
Los Yunes, por ejemplo, sobrevivieron a Cuitláhuac García, Javier Duarte y Fidel Herrera Beltrán.
El padre trascendió a Agustín Acosta Lagunes, Roberto Madrazo Pintado y Elba Esther Gordillo.
Entonces, la góber hará todo para evitar lleguen respirando y respirando bien al año 2030. Tiempo de la sucesión.
Al 2030 ni en Veracruz ni tampoco en la Ciudad de México en la lucha presidencial.
De ñapa, a la yugular del diputado Fernando Yunes Márquez en el momento propicio.
La prensa oficial contra los Yunes, como parte ya lo está.
En el tsunami de rencor, ajuste de cuentas y venganza se ignora el destino de Arturo Castagñé.
3 (Ignorar a los Yunes duele más)
Perdonar y olvidar significa, parece significar, para la gobernadora debilitar su autoridad. Menoscabar su dignidad. Derrumbar su identidad moral.
En el Gólgota, Jesús exclamó: “¡Padre, perdónales porque no saben lo que hacen!”.
Pero, todo indica, en el diccionario político y social de la jefa sexenal excluyó el relato bíblico.
La era Nahle, el sexenio de los principios.
La dignidad humana por encima de todo y de todos.
¡Ah!, pero si alguien por ahí “ordeña la vaca” al erario y lo cachan y lo exhiben en el tinglado público, entonces “se callan” y pactan.
La distancia kilométrica entre las palabras y los hechos.
“No hagan lo que hago, sino lo que les digo” precisaba una maestra a los alumnos.
Queda claro: Sin perdonar y sin olvidar se construye un mundo mejor.
En todo caso, millón de veces preferible nunca ocuparse de temas así, pues, además, nada duele tanto a los Yunes azules como la indiferencia.
Ignorarlos, pues.
4 (Tener enemigos exprofeso)
AMLO, el ex, enseñó que en política siempre han de tenerse enemigos, entre otras cositas, para posicionarse en el imaginario colectivo como un luchador social porque los adversarios lo quieren tumbar.
La gobernadora ya tiene los suyos. Los Yunes. Los Castagné. Los líderes priistas.
Un proverbio dice que “al nacer no somos nadie”, pero de acuerdo con el dicho árabe al morir la vida vale más, mucho más, por el número de opositores que se dejan.
De lo contrario, la vida se vuelve una derrota. (lv)