Temporada vertiginosa en su vida. El presidente Ernesto Zedillo ordenó a su góber potosino, Patricio Chirinos Calero, encarcelarlo en el penal de Pacho Viejo.
Además, condenado por un delito que en todo caso estaba prescrito.
Todo, porque en junta secretarial, Dante evidenció la política social de Zedillo en Chiapas en el tiempo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

PASAMANOS: Entonces, en Pacho viejo, su padre falleció.
Y solicitó anuencia para acompañar a la familia al sepelio.
Pero Chirinos Calero fijó las condiciones.
Una, el permiso, pero acompañado, custodiado y vigilado por elementos policiacos.
Y armados.
Dos, atado con cadenas de los pies… por si intentaba fugarse.
Tres, trasladado de Pacho Viejo a Córdoba y el regreso en una patrulla blindado por otras más con elementos armados.
Dante, claro, claro, claro, rechazó la humillación.

CORREDORES: Tiempo, además, cuando Chirinos lo humillara de la siguiente forma:
Los días jueves y sábado son días de visita al penal.
Entonces, el director del reclusorio ordenaba que los solicitantes de audiencia se anotaran en una libreta.
Luego, el alcaide enviaba la lista al director de Prevención y Readaptación Social, José Luis Lagunes.
Y José Luis Lagunes la llevaba al secretario General de Gobierno, Miguel Ángel Yunes Linares, y quien aprobaba y tachaba a las personas, digamos, y para Chirinos y para él, incómodas e indeseables.

BALCONES: En la estadía penitenciaria, de acuerdo con el biólogo Alfredo Tress, Dante le dictó un libro.
Y lo guardaba en la computadora.
Nunca, sin embargo, el libro fue conocido. Trascendido. Publicado.
Más cuando Alfredo Tress y Dante rompieron y se distanciaron para siempre.
Quizá por las diferencias partidistas en Convergencia por la Democracia.
Temporada, además, cuando otros “Dantistas” se quitaron y tiraron la marca y agarraron otros caminos.
Lo decía Juan Maldonado Pereda, cuatro veces diputado federal y exalcalde jarocho:
“La política es un tragadero de hombres y mujeres”.

PASILLOS: Ninguna duda existe: de los políticos de Veracruz en el primer tramo del siglo XXI, Dante Delgado tiene la mayor proyección nacional.
Dos gubernaturas. Varias Senadurías. Varias diputaciones federales. El mayor logro.
Logro superior, la vigencia del Movimiento Ciudadano.
Un tiempo fue aliado y quizá amigo de Andrés Manuel López Obrador, AMLO.
La relación amical escaló al más alto decibel en el año 2006 cuando el plantón obradorista en la avenida Reforma de la Ciudad de México protestando contra la usurpación electoral del panista Felipe Calderón Hinojosa como presidente de la república electo.
Dante, a su lado, día y noche.
Apoyando en todo lo posible.
Rifándosela por AMLO.
Por desventura, en el camino político se rasparon. Y nunca más volvieron a encontrarse.
En el Obradorato, el senador Dante Delgado envió siete cartas públicas a López Obrador exhibiendo los errores cometidos en el ejercicio del poder.
Nunca existió respuesta. Al menos, trascendida.

VENTANAS: En la currícula, entre otros cargos públicos:
Delegado federal de la secretaría de Educación Pública.
Exsubsecretario y secretario General de Gobierno en Veracruz.
Gobernador de cuatro años.
Embajador de México en el salinato.
Procurador Agrario.
Fundador de un partido político.
Senador de la República.
Después de Pacho Viejo, Dante se reinventó con gran dignidad.
Y se mantuvo en la oposición.
Oposición que fue en el sexenio de Rafael Hernández Ochoa buscando la candidatura priista a la presidencia municipal de Córdoba y todos en contra recurriendo, incluso, a la compra de lealtades y de votos en la elección interna. (lv)