Ocho desmembrados
**Adiós a Cuitláhuac
**Saludito a sucesora
ESCALERAS: En el último día del sexenio de Cuitláhuac G. J., y en víspera de la toma de posesión de la gobernadora, los carteles y cartelitos, los sicarios y pistoleros y los malosos y malandros, dieron el adiós al góber que se iba y la bienvenida a la sucesora.
Indicativo y significativo: en un acto más de violencia dura y ruda, la saña, la barbarie, la alevosía, la ventaja y la premeditación.
Y, claro, todo el cálculo político del mundo.
Más, mucho más, porque fue en la tierra de Juan Javier Gómez Cazarín, el exdiputado, quien obsequió a su padre la presidencia municipal como un extraordinario hijo lleno de gratitud.
PASAMANOS: En una comunidad de Juan Díaz Covarrubias, municipio de Hueyapan, ocho cuerpos desmembrados.
Destazados. Hechos cachitos. Y acomodados en bolsas negras.
Además, según las primeras versiones, hasta les prendieron fuego.
Fue en el rancho “Aparicio” y en donde simplemente (y aunque parezca palabra manoseada) se le aparecieron los sicarios a las tribus políticas que se iban de la silla embrujada del palacio de gobierno de Xalapa y a las que llegaron ayer domingo.
“Haiga sido como haiga sido”.
CORREDORES: En el sexenio de Enrique Peña Nieto, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, aseguraba que en materia de seguridad pública tanto los gobernadores como los alcaldes son corresponsables con la autoridad federal.
Ahora, la misma tesis se ha reproducido en el sexenio de la presidenta de la república.
Los ochos cuerpos, todos de hombre al parecer, desmembrados, manifiestan la misma crudeza de otras entidades federativas.
Por ejemplo, Sinaloa, donde los hijos de Joaquín Guzmán Loera, El chapo, y los hijos de Jaime “El Mayo” Zambada, se están matando con intensidad volcánica.
BALCONES: Muchos, demasiados, excesivos son los pendientes sociales y económicos heredados por Cuitláhuac a la sucesora.
Habría de recordar, por ejemplo, que en 1986 el presidente Miguel de la Madrid nombró por Dedazo al capitán Fernando Gutiérrez Barrios como candidato priista a gobernador para solucionar con un manotazo el oleaje y tsunami de violencia iniciada y desarrollada en tierra fértil en Veracruz por la llamada “Sonora Matancera”.
Y en cuarenta días y noches bíblicas pacificó Veracruz.
Primero, detuvo a varios caciques y pistoleros, entre ellos, Luis Rivera Mendoza, de Huayacocotla. Los hermanos Justo y Roberto Cabrera Sahagón, de Chicontepec. Y Cirilo Vázquez Lagunes, de Acayucan.
Entonces, el resto de caciques y pistoleros supieron que don Fernando iba en serio y huyeron de Veracruz a otros confines.
El diez de enero de 1987 (cuarenta días luego de tomar posesión) en Veracruz se podía respirar con tranquilidad y trabajar con denuedo.
PASILLOS: Hoy, y por desventura una vez más para los ocho millones de habitantes del Estado jarocho, y debido al pésimo gobierno de Cuitláhuac, la misma coyuntura de 1986 está vigente.
¡Vaya ceremonia del adiós a García, el góber, y vaya ceremonia de bienvenida a la sucesora!
Los malosos exhibiendo el puño y los bíceps. Retadores. Desafiantes. Dueños del día y de la noche. Y dueños del destino personal, familiar y colectivo.
Indicativo: en el sur de Veracruz. Más indicativo: en la tierra de Gómez Cazarín, el exdiputado, jefe de jefes de la JUCOPO, Junta de Coordinación Política operando el billete público. Y premiado con la delegación del Bienestar Social.
VENTANAS: Veracruz está jodido. Muy jodido.
Bastaría referir un Estado jarocho pródigo en recursos naturales y habitado por gente en la miseria, la pobreza, el desempleo, el subempleo, los salarios pichurrientos, la migración a Estados Unidos, la prostitución femenina exportándose al interior de la república y los tres millones de analfabetas y con el sistema educativo básico inconcluso.
Pero de todos, la más dura y ruda es la incertidumbre, la zozobra, la inseguridad y la impunidad.
Así sean los ocho hombres desmembrados en Hueyapan de Ocampo, quizá sicarios en un ajuste de cuentas. Quizá ciudadanos comunes y sencillos.
Y si son pistoleros los asesinados, entonces, y como dijo “El Cochiloco”, Joaquín Cosío, en la película “El infierno” de Luis Estrada: “Si estoy en el narco es porque no hay de otra. Y mis chamacos y mi esposa necesitan la despensa”.
Además, son seres humanos como afirmaba el político de Macuspana. (lv)