El cielo sin luna
**Y sin estrellas
**Paisaje desolado
EMBARCADERO: Nada más triste en la vida como mirar el cielo sin luna... Y sin estrellas... Vaya, sin nubes blancas ni negras... Tampoco sin un aerolito navegando en el cosmos... Ni la Estrella de Belem... Ni un resplandor esotérico... Tan duro como un jardín sin rosales... Un jardín seco... Un jardín sin una ardillita brincoteando en cada amanecer... Sin un ejército de palomitas y hormiguitas buscando un mendrugo... El cine sin luna ni estrellas como una chica de veinte años sin una sonrisa en los labios
y en los ojos…
ROMPEOLAS: Por ahí, de vez en vez, unas dos, tres, máximo, estrellitas minúsculas en el cielo… Y lejos de la luna azul, azulada, blanca, grisácea… Y en la madrugada… A veces, hacia la medianoche… Entonces, el festín… El gran festín… Famosa aquella película de Crowe Russel, “Una mente brillante” donde interpreta al matemático John Nash, enfermo de esquizofrenia… Entonces, lleva a una estudiante en el salón de clases mirar el cielo cundido de estrellas… Y a cada estrella va identificando con su nombre… Y ella, asombrada y pasmada…
ARRECIFES: Pero desde hace mucho tiempo, y de cara al Golfo de México, el cielo sin la luna ni las estrellas… Tanto, digamos, como mirar la bahía sin gaviotas sobrevolando… Una casa sin los gritos y la sonrisa de los niños… Vaya, la mirada triste y desolada de un anciano que ha perdido la emoción social… Sea porque la luz de las ciudades pega derecho al cielo y corretea a las estrellas… Sea porque la luna se ha vuelto un gran valor agregado al cielo y únicamente aparece de vez en vez… Sea porque simplemente ninguna temporada es de estrellas y luna…
ESCOLLERAS: En Atenas, la ciudad más culta de la historia antes, por ejemplo, que Alejandría con su gigantesca biblioteca, los filósofos tenían como prioridad mirar y admirar y estudiar y escudriñar el cielo… Incluso, descifrar sus mensajes esotéricos para la vida… De acuerdo con la lectura de los astros, los jefes romanos se lanzaban al frente bélico… Y si los astros predecían derrotas memorables, entonces, esperaban el día siguiente… Famosa la gitanita en el cuento de Gabriel García Márquez alquilándose de casa en casa para soñar sobre el destino de la familia correspondiente… Y el destino descifrando el cielo, la luna y las estrellas… Ahora, nada de eso… Y sabrá el chamán cómo le hacen las astrólogas para escribir el zodiaco en el día con día…
PLAZOLETA: Claro, claro, claro, el cielo azul, azulado, blanco, grisáceo, se ve hermoso… Una delicia mirarlo hacia el amanecer, 4, 5 de la mañana… Pero nada tan fascinante como “la noche estrellada” de Pablo Neruda y “tú no estás conmigo”… La noche estrellada de John Nash con Crowe Russel… Caray, las estrellas solitarias guiando al trío de Reyes Magos a Jerusalem para ofrendarse ante Jesús recién nacido… Alejandro El Magno estudiando el cielo estrellado la noche anterior al combate en la guerra…
PALMERAS: Ni hablar, solo queda esperar… Y dolerse cuando antes, mucho antes, el cielo con luna y estrellas parecían un hecho normal y cotidiano… Y nunca se le miró y admiró… El escritor Ernest Hemingway siempre aconsejaba a un cronista y a un escritor levantar la cara al cielo y observar y observar y observar e incorporar el paisaje del cielo en el día y en la noche a la narrativa literaria… En viajes en carretera siempre le gustaba ir de copiloto para pasar el viaje mirando el cielo… Más, en la noche, tan bello… (lv)