Saberse levantar…
**Resucitar alegre
**Cornadas del hambre
UNO. Saberse levantar...
Uno de los hechos y cositas admiradas y admirable en el escritor y filósofo Jean-Paul Sastre es que cuando caída en el fondo del abismo...
Y todos los daban “hundido para siempre”
“Resurgía alegre, intacto” según cuenta la escritora Simone de Beauvoir en el libro “La ceremonia del adiós”.
El adiós al escritor. Su pareja durante cincuenta años.
“Había en él un caudal de salud y moral que resistió, hasta sus últimas horas, todas las embestidas”.
DOS. Trepados en el ring…
Es allí, dice Beauvoir, donde la vida de las mujeres y los hombres se calibra y evalúa.
Es decir, más, mucho más importante levantarse que festinar los triunfos.
Casi casi como el modelo Jesucristo quien varias ocasiones se levantó en las caídas camino al Gólgota.
Simplemente, considerando que el tiempo de las vacas flacas son más, mucho más, que las vacas gordas.
Más que el número de caídas en la vida, lo importante, indicativo y significativo son el número de levantadas.
Nunca, por ejemplo, trepados en el ring, el par de boxeadores se bajan del cuadrilátero.
Sangrando, continúan con los guantes puestos.
A menos, claro, se atraviese un jab estelar y uno quede noqueado de espaldas en el suelo y respirando con dificultad.
TRES. Y Judas se arrepintió…
En tres ocasiones, François Mitterrand perdió la candidatura presidencial de Francia y se lanzó a la cuarta y ganó.
También Luiz Inácio Lula da Silva ganó la presidencia de Brasil en el cuarto intento.
Otros bien se hubieran ido a dormir en la hamaca como afirman por ahí.
Descubierto por el mismo Jesús, dijo a Judas:
“Judas, lo que haz de hacer, hazlo”.
Y por treinta monedas, ya en el bolsillo, lo entregó a los soldados de los fariseos.
Luego, en decisión estelar se tiró a un pozo artesiano de aguas dado de baja y/o se ahorcó de un árbol en el rancho comprado con las treinta monedas refiere el biógrafo.
CUATRO. Se gana o se pierde
La vida, ya se sabe, es una aventura. Y como el camino al Gólgota personal está sembrado de espinas, cardos y abrojos, solo cuenta la enjundia para seguir empujando la carreta.
Con todo, incluso, con la carreta destartalada.
Un segundo antes de morir si se tiene muerte tranquila, sin aspavientos, el trabajador de la información sigue contando historias.
Es su razón de ser. La causa superior de sus días y noches. El camino a la dicha y la felicidad terrenal.
CINCO. Emoción social
Importante la salud física para continuar en la lucha. Pero más, mucho más indicativa y significativa la emoción social.
La llama encendida en el interior de las neuronas, el corazón y el hígado.
La bilirrubina en su más alto decibel. El mejor karma. Y el ultra contra súper fario.
Digamos, como la fábula del conejito atrás de la zanahoria para comerla de un mordisco.
Nada tan alentador como la disciplina y la constancia de las hormiguitas cuando entre todas empujan el bichito pescado para darse tremenda comilitona en su madriguera.
SEIS. Salud moral “a prueba de bomba”
De igual manera, la fortaleza moral de cada persona para alcanzar el objetivo.
Una salud moral, como dice el viejito del barrio, “a prueba de bomba”.
La moral interna. La moral de adentro. Aquella que nunca se dobla ni arrodilla a la primera andanada de los enemigos, adversarios, opositores, intrigantes y envidiosos.
Cierto, en materia moral lo que para unos es, puede ser, bueno; para otros, malo.
Por eso, la fuerza avasallante de la moral personal es tan decisiva para mantenerse de pie.
Con los principios y valores por delante.
Y, claro, sin pedir permiso ni el visto bueno a nadie. (lv)