Neruda, coleccionista
**15 mil conchitas de mar
**Isla Negra, su paraíso
EMBARCADERO: Nada hace tan felices a muchos seres humanos como volverse coleccionistas... De lo que sea... Pero vivir soñando con multiplicar una colección de temas y asuntitos de interés y curiosidad... Digamos, un plus a la vida... Y de paso, para corretear el aburrimiento y el hastío... Por ejemplo, gran, gran, gran coleccionista fue el poeta chileno, Pablo Neruda... Nobel de Literatura, más de treinta libros publicados, amigos en el mundo, político legislativo, hermano putativo del presidente
Salvador Allende, Neruda coleccionaba, además, conchitas de mar…
ROMPEOLAS: Y en sus viajes por muchos puertos del planeta… Entre ellos, Veracruz y Boca del Río, camino a Xalapa para tomarse un cafecito con su paisana, la escritora Gabriela Mistral, la primera latina (y la primera mujer en el continente) en ganar el Nobel de Literatura… Una mañana salió muy temprano del hotel donde se hospedaba en la ciudad jarocha y se fue a caminar a la orilla del Golfo de México en la zona conurbada… Y a caminar buscando conchitas de mar… Las metía en una bolsita plástica lista para llevarse a su paraíso terrenal en Chile conocido como “Isla Negra”, allí donde vivió en el retiro los días más afiebrados con su esposa Matilde Urrutia…
ARRECIFES: Neruda coleccionaba, además, mascarones de proa… Mapas… Réplicas de veleros… Barquitos guardados en botellas… Caracoles… Dientes de cachalotes… Pipas… Zapatos antiguos… Máscaras… Botellas con formas raras y extrañas… Relojes… Libros… En Isla Negra, por ejemplo, tenía una colección de quince mil conchitas de mar y todas con sus nombres y mares de origen… El nombre de Veracruz y Boca del Río en su casita rupestre…
ESCOLLERAS: En Isla Negra compró la casita a un marino… Luego, la remodeló como un barco con techos bajos… Pisos de madera crujiente…. Pasillos estrechos… Allí, en el retiro, recibía a los amigos escritores y sus parejas del planeta… Incluso, varios años después de su muerte en 1973, cuando tenía 69 (sesenta y nueve) años, Isla Negra fue convertida en museo nacional… Y con una cafetería y un restaurante para el mantenimiento… Neruda pesaba 116 (ciento dieciséis) kilos… Cosas de la vida: con frecuencia, una vez a la semana, a Isla Negra llegaba el cartero con la correspondencia… Y consciente el cartero de las cartitas a un poeta, un día le confió lo siguiente: “Me aprendí de memoria uno de sus poemas y se lo recité a mi novia… Y le dije que yo era el autor”…
PLAZOLETA: Neruda le reprochó su falta de integridad porque el poema lo había escrito… Y el cartero le respondió del siguiente modo: “No, señor Neruda, los poemas no son del poeta, sino de quien los necesita”… Y Neruda sonrió feliz y satisfecho, quizá, acaso, de la genial ocurrencia del cartero… Además, ni modo de ponerse a pelear si una vez a la semana el cartero le llevaba su correspondencia…
PALMERAS: Muchos años y siglos después únicamente resta admirar la disciplina de Pablo Neruda (entre tantas otras figuras señeras) para cumplir con la vocación literaria… Pero además, para apartar espacio y tiempo para volverse un coleccionista… Y aun cuando las conchitas de mar, por ejemplo, hicieron dulce y agradable los días y los años… Incluso, escuchando el ruido del mar en cada conchita… Saber quizá y estar consciente de una herencia cultural para las generaciones de otros tiempos… Vaya, para enaltecer el destino social y turístico de un pueblo… Digamos, como Gabilondo Soler, Cri-Cri, en el pueblo mágico de Orizaba… Y Salvador Díaz Mirón con sus poemas en la ciudad jarocha… (lv)