Diputada insurrecta
**Va por Fiscal General
**Tambores de guerra
ESCALERAS: Una diputada local del PAN ha sonado “los tambores de guerra”. Es hija del exlegislador azul, Tito Delfín Cano. Sin duda, aterrizada en la curul por el Dedazo panista.
Alicia Delfín Rodríguez transfigurada, digamos, en una activista incómoda e indeseable para el pastor Esteban Bautista Hernández, el jefazo de la JUCOPO, Junta de Coordinación Política, la dependencia manejando el billete oficial.
Por lo pronto, la hija de Tito Delfín advirtiendo a la mitad del mundo y a la otra mitad que en ningún momento es una ciudadana vengativa, por aquello de Cuitláhuac García
con su Fiscal General encarcelando a su padre.
Pero, dice, en el caso de la Fiscal General, “tiene que haber un cambio”.
Es decir, removerla. Quitarla. Sacarla. De Igual modo como en su momento a Jorge Wínckler y Luis Ángel Bravo Contreras le aplicaron la cuchilla.
PASAMANOS: La diputada Alicia Delfín mostró sus cartas en el palenque público.
Incluso, fue diplomática y hasta aseguró la coincidencia de su decisión (cambiar a la Fiscal General) con la filosofía política y social de la gobernadora electa.
Será su mano hábil. Será la rara y extraña sintonía. Será “curarse en salud” y “amarrarse el dedo”.
Será “estar midiendo el agua a los tamales”. Será una jiribilla.
Ya definirá Esteban Bautista el paso siguiente.
CORREDORES: Las circunstancias favorecen (y con mucho) a la diputada panista.
Uno:
Los 34 (treinta y cuatro) Colectivos integrados con padres con hijos y parientes secuestrados y desaparecidos revoloteando la tierra buscando a los suyos y clamando y reclamando justicia.
Dos:
Veracruz, campeón nacional en feminicidios. La mayoría, en la impunidad.
Más, considerando los mil niños huérfanos de madre por el tsunami de violencia desatada por la incapacidad manifiesta de la 4T, es decir, del góber guinda y marrón y su Fiscal General.
BALCONES: Tres:
El tiradero de cadáveres masculinos en los cuatro puntos cardinales, así sean, incluso, malandros.
Y con niños huérfanos.
Y los familiares reclamando “justicia pronta, rápida y expedita”.
Cuatro:
Las cientos de denuncias interpuestas por el ORFIS, Órgano de Fiscalización Superior, en la Fiscalía General y en contra de políticos estatales (y de la 4T) y municipales señalados de pillos, ladrones, corruptos y corruptazos.
Y las denuncias en el limbo. Mejor dicho, en la nada. Y la nada es nada.
PASILLOS: Cinco:
Los cientos, miles fueron, de ciudadanos encarcelados por agravios (ajá) a la policía.
En todos los casos, a partir de una ley hecha a la medida del góber guinda y marrón y aprobada por su hombre en el Congreso local, Juan Javier Gómez Cazarín (por cierto, una piedrotota en el zapato del legislador neozapatista, Esteban Bautista).
Seis:
La indiferencia, el desdén y el menosprecio de la Fiscalía General en el trato a la población pidiendo justicia.
Simplemente, justicia, demasiado, excesivo, mucho pedir.
Siete:
Las recomendaciones desoídas de la Comisión Estatal de Derechos Humanos a la Fiscalía General, pues desde un principio la filosofía política fue definida:
“Aquí mando yo”.
La Fiscal General ex reina de belleza en su pueblo, Santiago Tuxtla, a quien le faltó una hacienda.
Pero descubrió en la Fiscalía General su Comala, la Comala de Pedro Páramo.
VENTANAS: Los vientos, entonces, favorables a la diputada Alicia Delfín Rodríguez.
Y así el líder de la JUCOPO la margine, desoiga, menosprecie, la mayoría poblacional de Veracruz está desencantada y decepcionada de la Fiscal y de su góber guinda.
Hora, incluso, de encabezar un gran movimiento social para restablecer el llamado Estado de Derecho en un Veracruz mancillado y ensangrentado por las tribus morenacas. (lv)