Prohibido vivir de dádivas…
1 (Pero la población está jodida)
El obispo de Orizaba, Eduardo Cervantes Merino, bien pudo tener un viaje esotérico.
Y viaje esotérico para lanzar su homilía dominical pintando el paraíso terrenal ofrecido a los feligreses de la iglesia católica y apostólica.
Por ejemplo: Pedirles que “no hay que estar a expensas de dádivas”.
Y aun cuando en ningún momento se refirió, por ejemplo, a los programas del Bienestar Social (por ejemplo tres mil pesos mensuales de pensión obradorista para adultos mayores) aludía a ellos.
Los Morenacos, los únicos, por cierto, en el país (y por ahora) en las dádivas a la gente en la miseria, la pobreza y la jodidez.
Pero, vaya paradoja, también a las personas pudientes y riquillas formadas en la fila cada dos meses para cobrar el dinerito.
Y, bueno, los hechos y las cosas son así:
En la percepción ciudadana, los ministros de Dios viven de la caridad pública.
La limosnita en el rosario y en cada misa.
Los cobros por bautizar y casar.
Los cobros por oficiar misa de cuerpo presente a los muertos.
Y en muchos casos, hasta negocitos como, por ejemplo, una escuela privada.
Y desde el kínder hasta la universidad.
Por un lado, dádivas.
Y por el otro, empresarios, digamos, de la educación.
Entonces, en un Veracruz con seis millones de habitantes en la jodidez…
Y en un Veracruz campeón nacional en migración a Estados Unidos…
Y en un Veracruz con salarios pichurrientos…
Y en un Veracruz con tanto y agudo desempleo y subempleo…
Las dádivas de Palacio Nacional significan agua fresca y tibia y hasta bendita para seguir empujando la carreta con todo y la carreta destartalada.
Pero el obispo Edu Cervantes lo evidencia y cuestiona.
Y en nombre de Dios pide a los feligreses dejar de extender la mano cada dos meses para cobrar el billetito.
2 (Fracaso de la caridad cristiana)
El obispo también pidió a los fervorosos feligreses “ayudarse unos a otros”.
De entrada, está probado y comprobado el rotundo fracaso de la caridad cristiana.
Un hecho: Un hijo de cuarenta años de edad enfrentó la cruda realidad:
Su madre enfermó de Alzheimer.
Y las neuronas se le desprendieron y perdió la memoria total y absoluta.
Entonces, el hijo la internó en un hospital en la Ciudad de México donde vivían…
Y aceptó un trabajo gerencial en el otro extremo del mundo.
En Suiza.
Y se fue con su segunda pareja.
Y en los últimos cuatro años, nunca, jamás (ni en una navidad o fin de año) ha venido a verla, pues, como se sabe, no sólo de dinero (en todo caso) viven las mujeres y los hombres.
También del afecto y el cariño.
Y en tales circunstancias, ni modo de creer y tener fe y esperanza en “ayudarse unos a otros”.
Más todavía: Por ejemplo, cuando los padres enferman y enferman con males duros y rudos, los hijos se hacen los omisos y desatendidos y unos a otros se tiran la pelota.
Y en todo.
Tanto en lo económico como en lo social, arguyendo tener mucho trabajo y jefes muy pesados para atender a los padres.
Entonces, “ayudarse unos a otros” es un cuento, un rollo, un chorizo.
3 (Ganarse el pan dignamente, ta’güeno)
Habla el obispo de “ganarse el pan con dignidad”.
Premisa uno:
Si a los 35, 40 años de edad resulta difícil a una persona conseguir un trabajo, menos, mucho menos, la posibilidad cuando se tienen 50, 60, 70 años.
Caray, la gran disputa hasta por la chambita de los cerilleros en la plaza comercial.
Premisa dos:
Desde tiempo milenario, histórico y bíblico los salarios pichurrientos.
Por ejemplo, luego de cargar la mochila escolar durante unos veinte años, el egresado de universidad busca y busca y busca una oportunidad laboral.
Y si la encuentra, salarios de cinco a seis mil pesos mensuales.
Y sin las prestaciones de ley.
Y a prueba.
Mucho se duda, pues, en tales circunstancias, “ganarse el pan dignamente".
4 (Soñar con el paraíso)
Digamos, el obispo sueña con su paraíso terrenal.
Pero está desfasado.
Además, caray, los ministros de Dios viviendo de las dádivas y limosnas.
Y sin aportar nada productivo a la economía nacional.
Enterándose de la vida privada, íntima incluso, de medio mundo con las confesiones. (lv)