La loca de cada uno
**La imaginación...
**Carga muy pesada
UNO. La loca personal
De acuerdo con la poetisa Sor Juana Inés de la Cruz, todos los seres humanos tenemos una loca personal. Se llama imaginación.
Y la imaginación es la parte esotérica y extraterrestre, incluso de la vida, pues su ubicación en el cuerpo humano es imposible de ubicar,
entonces, hace y deshace con las personas.
Y a gusto. Y se manifiesta, como canturrea la canción de José José, “de todo y sin medida”.
Lo peor, mientras se vive la loca habita con la misma intensidad en el cuerpo de los pobres y la gente en la miseria y la clase media y la clase alta, ricos y riquillos.
DOS. La imaginación se sobrepone
Los expertos observan lo siguiente: La imaginación es la jefa máxima en todos los seres humanos.
Incluso, la vida suele agarrar los derroteros marcados por la imaginación.
Y en vez de creer en la posibilidad de cada persona de una vida atrás de los objetivos trazados, en realidad, la imaginación manda.
Bastaría recordar el siguiente fenómeno intergaláctico: De pronto, una persona cavilando sobre un hecho, una cosita, una actitud, obtiene una conclusión. Sea real o ficticia. Esté documentada, y/o en todo caso, apenas, apenitas, imaginada.
Digamos, en los buenos y mejores deseos de la vida.
TRES. Despapaye multiplicado
Y transcurrido un ratito, la persona da como un hecho infalible lo imaginado.
Convencida como nunca antes, cuenta el suceso como cien por ciento real.
Por añadidura, el desmadre y despapaye va creciendo y en un dos por tres se multiplica.
Y suele darse como un hecho fuera de duda. Sin sospecha alguna. Ultra contra súper confirmado.
Digamos, para entonces, la imaginación ya cumplió sus travesuras.
La denominada “la loca de la casa”, la loca maniobrando la vida de cada persona, “en la plenitud del pinche poder” como afirmaba el filósofo político clásico.
CUATRO. Doña Imaginación…
Arropada en tierra fértil, su Majestad, doña Imaginación, gravita alrededor de un torbellino (descabellado, claro, una especie de tsunami) de ocurrencias, y locuras tanto en la lucidez como en el insomnio.
Entonces, suele ocurrir una lucha feroz en el ring social y de la convivencia entre la familia, los amigos, los compañeros de trabajo y en el salón de clases, los vecinos, los compadres, los socios, los aliados y los cómplices.
Y cada parte, obsesionada de manera obsesiva con imponer su ley.
La dichosa ley de la loca de la casa.
CINCO. El poder de la imaginación
¡Vaya imaginación de Cleopatra, por ejemplo, seduciendo a par de emperadores (Julio César y Marco Antonio) para adueñarse de Roma como ya lo era de Egipto!
La imaginación del loquito de Adolf Hitler ahogando en sus cámaras de gases a seis millones de judíos, de los cuales un millón eran niños, únicamente porque hijo bastardo de un judío, patrón de su señora madre como trabajadora doméstica, nunca lo quiso reconocer.
La imaginación de José Stalin causando la muerte de veintiocho millones de rusos para imponerse a su adversario León Trotsky hasta, incluso, ordenar su asesinato desde Rusia en el viejo Distrito Federal y reinar sin fantasmas.
SEIS. Grandes soñadores
La imaginación, por ejemplo, convirtió al escritor ruso, León Tolstói, en el mejor novelista y cuentista del mundo, antes y después, todavía insuperable.
Quizá quien más se le acercó fue Ernest Hemingway, a quien llamaban el Tolstói de América Latina.
Las imaginaciones de William Faulkner, Walt Whitman, Truman Capote, John Dos Pasos, William Styron, Juan Rulfo y Gabriel García Márquez, entre tantos otros.
La imaginación de Ernesto El Che Guevara soñando con muchos Vietnam en América Latina y cercenado el sueño cuando un soldado lo asesinó en Bolivia y El Che le dijera: “Dispara. Vas a matar a un hombre”.
Por su imaginación, el Che entró a la historia como gran soñador. (lv)