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Miércoles 06 noviembre, 2024

La vida y la moral…

**Son sinónimos
**Mucha desconfianza

UNO. La vida y la moral

La política y la moral son sinónimos. El periodismo y la moral son sinónimos. La vida personal y la vida familiar y la vida colectiva y la moral, sinónimos.
En teoría, uno y otro concepto, atributo, cualidad, valor universal son lo mismo. Están empalmados.

Y sin ponerse a predicar arando en el desierto, la vida cuenta a partir de la autoridad moral.
Y cuando una persona, cualquiera sea su vida y trabajo, queda sin autoridad moral, en automático pierde todo.
Nadie la respeta.
Y si desempeña un cargo público y es jefe máximo, habrá quienes le tiren incienso a su paso, pero su actitud es y será por interés, por conveniencia, para sacar un provecho.

DOS. En el sótano de la confianza

La encuestadora Latinobarómetro aplicó una investigación sobre la credibilidad ciudadana.
Políticos, policías y reporteros quedaron en el sótano de la confianza pública.
Los tres, cien por ciento desacreditados. En la mayoría de los casos, por deshonestidad.
Pillos. Pilluelos. Corruptos. Corruptazos decía el ex presidente del Edén tabasqueño.
Caray, en el descrédito moral también los sacerdotes “cantan, y bien, las rancheras”.
Pedófilos. Con amantes. Y con hijos. Y como en la película, El infierno, del cineasta Luis Estrada, hasta narcos cobrando cantidades impresionantes por bendecir armas.
Y como en “La ley de Herodes”, el sacerdote esquilmando al presidente municipal para comprarse un carrito.

TRES. Exhibidos en el palenque

Tiempo aquel cuando el presidente José López Portillo acuñó frase bíblica: “La corrupción somos todos”.
Y cuando Enrique Peña Nieto fue categórico con la leyenda bíblica: “Aquel que esté libre de pecado que tire la primera piedra”.
El marido infiel y descubierto en sus travesuras pierde la autoridad moral.
El político “metiendo las manos al cajón y ordeñando la vaca” entra a la galería de los corruptazos.
El reportero extiendo la mano por un mendrugo… evidenciado. Y con el riesgo de ser exhibido en el palenque público.

CUATRO. El Hombre Honesto

Mucho, demasiado, excesivo tiempo perdió Diógenes en las calles de Atenas buscando con una lámpara en la mano y prendida al mediodía con sol al Hombre Honesto.
Un político expresaba de manera socarrona: “Yo no soy Honesto, Honesto, Honesto. No aguanto las tres haches. Pero una… sí”.
Otro político alardeaba la transparencia de su vida pública. Solo, caray, porque en la intimidad se lo susurraba su amante con el único objetivo de ser salpicada con unos centavitos del erario.

CINCO. “México es de corcho y no se hunde”
Cientos de libros han sido publicados sobre la honestidad y la autoridad moral.
Y de poco han servido.
Bastaría, por ejemplo, recordar que en los más de setenta años de la llamada “Dictadura perfecta” del PRI, México alcanzó el primer lugar mundial en corrupción.
Indicativo y significativo: Luego de perder la presidencia de la república por vez primera el PRI en el año dos mil, la fama de un país corrupto se ha prolongado.
Nos mantenemos, invictos, en el primer lugar en el planeta.
En el siglo pasado, el periodista Bartolomé Padilla y Zepeda acuñó frase memorable y citable: “México es de corcho y no se hunde”.

SEIS. El árbol que da moras…

Un cacique potosino, folklórico y alburero, priista, Gonzalo N. Santos, siempre mantuvo, pitorreándose, verdad histórica: “La moral es un árbol que da moras”.
Imposible, difícil, entonces, poner en un lado del palenque a los hombres, digamos, morales, y en el otro lado, a los hombres inmorales y/o amorales.
En todo caso, lo bueno para unos, malo para otros.
Peor, mucho peor, si se buscan jueces para emitir el veredicto.
Se lo dijo Jesús a San Pedro, su apóstol: “Antes de que el gallo cante tres veces me habrás negado”.
Y como fue. (lv)


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