Afortunados y suertudos aquellos pueblos donde la fama de Cri-Cri llegó a plenitud.
Pero en contraparte, en muchas comunidades indígenas y campesinas, incluso, obreros, nunca Cri-Cri tocó a sus puertas y los menores fueron creciendo en la orfandad.
Vaya, ni siquiera los profesores de las escuelas primarias y secundarias se ocupaban del asunto, tan obsesionados con cumplir con los Libros de Texto hablando de Emiliano Zapata y Pancho Villa y Francisco I. Madero y Benito Juárez García.

DOS. Pasaron de noche…

Aquella orfandad de los menores en el siglo pasado a tono con la misma orfandad de los muchachos, por ejemplo, aislados en sus pueblos del tsunami musical de Elvis Presley, Bob Dylan, los Rolling Stone y los Beatles.
Y se insiste, si a todos los chicos “les pasaron de noche” también, digamos, a los maestros.
Más cuando los ministros de Dios en la iglesia católica consideraron a aquellos artistas, reyes del rock, como un pecado mortal.

TRES. Los Kennedy asesinados

Si acaso en aquellas latitudes indígenas, campesinas y rurales los jóvenes cacharon las noticias radiofónicas (entonces, en tales comunidades la televisión era un aparato desconocido dada la jodidez económica) de los asesinatos del presidente John F. Kennedy.
Y de su hermano, Robert Kennedy, como candidato presidencial.
Y del crimen de Martín Luther King.
Y hasta de la boda de Jacqueline Kennedy con el magnate griego, Aristóteles Onassis.
Pero Cri-Cri y los Beatles y Elvis Presley, por ejemplo, quizá los menores y los muchachos se habrían informado muchos años después cuando “con el tiempo y un ganchito” estudiaban el bachillerato y en alguna ciudad urbanizada.

CUATRO. Superman en vez de Cri-Cri

Por fortuna, en el mercado en el pueblo existía un señor con un estanquillo y en donde más que periódicos (que rara, extraordinaria ocasión llegaban) vendía los comics semanales de los grandes héroes infantiles.
Superman, Batman y Robin, La Pequeña Lulú, Charlie y sus amigos, El Hombre Araña, Memín Pinguín, Rarotonga, Tarzán, Chanoc y Tsekub.
Y todos ellos de algún modo llenaron el vacío de Cri-Cri y los Beatles y Elvis Presley, anexos y conexos.
Cada semana la dotación de comics llegaban al señor aquel y quien los alquilaba en unos centavos para leer aprisa y de prisa y con reloj en mano.
Y quedar actualizado de las historias excepcionales protagonizadas por aquellos héroes de la imaginación y la fantasía.
Desde el viernes en la tarde y el sábado y el domingo, el estanquillo de aquel señor parecía una romería. Mejor dicho, los niños y adolescentes en el recreo escolar, sentados en unas sillitas y/o en el suelo, en la lectura intensa y volcánica de los comics.
“Veinte y las malas” que nunca Cri-Cri y los Beatles y Elvis Presley habrían sido rebasados con tanto entusiasmo.

CINCO. “¿Quién es el que anda ahí?”

Bendito el Ser Superior que las canciones de Cri-Cri siguen interpretándose y ganando cada vez más terreno, espacio y preferencia en los niños y adolescentes.
Y por eso mismo, la dicha y la felicidad de que los adultos (y ancianos también) podamos escucharlas y quizá con mayor interés.
Y por ahí, de vez en vez, en las tardes tibias y frescas y hasta en el insomnio cuando suelen escucharse unos pasos en la madrugada y recuerdan a un pariente fallecido convoquemos a Cri-Cri preguntando “¿quién es el que anda ahí?”.
Y azorados recordemos a “El chorrito” creyendo que aquellos pasitos en la madrugada “se hacen chiquitos y se hacen grandotes”. (lv)