Bulevar de perros
**Parques, un cagadero
**“La gente es cochina”
UNO. Bulevar de perritos
Todos los bulevares del mundo suelen convertirse en el paraíso terrenal de los perritos.
En la mañana tibia y fresca, los amos los sacan a trotar y respirar el aire limpio. Y al mismo tiempo, satisfacer necesidades básicas y quizá
urgentes.
Entonces, los deportistas ejercitándose en la mañana que inicia han de caminar y trotar a base de brinquitos para evitar la caca de los perros.
Y más como en el caso, en el bulevar que comienza en el puerto jarocho y se ha extendido a Boca del Río, considerado el paseo más bello y fascinante del Golfo de México.
DOS. La gente es cochina…
Ya de por sí, hay tardes cuando la peste del drenaje desembocando en la bahía origina la corredera de los deportistas, tanto mujeres como hombres.
Y con la caquita de los perros mucho peor.
Cierto, cierto, cierto, hay dueños de perritos que suelen llevar una bolsa de plástico para levantar las heces de sus mascotas.
Pero quizá son pocos. Unos cuantos que como la golondrina solitaria en ningún momento anuncia el verano con un paraíso maravilloso.
“La gente es así de cochina y qué le vamos a hacer” dice un empleado de la Limpia Pública.
TRES. Jugando la rayuela
Vaya, hasta las barbies con una playera y un shorcito cortito y una coletita galopando de cara al Golfo de México también brincan cuando de pronto, ¡zas!, se topan con la caquita perruna.
Algunas han confesado que ya, ya, ya, se habituaron y saben y están conscientes de que ejercitarse implica saltar en el bulevar.
Pero son sabias. Y se hacen a la idea de estar jugando a la rayuela con las amiguitas a la hora del recreo escolar en la escuela primaria.
Lo dicen y luego sonriendo se retiran a seguir brincoteando…
CUATRO. Los parques, un cagadero
Peor todavía: Los perritos, dueños del paisaje urbano, también son llevados a los parques cercanos a la casa de cada jarocho y boqueño.
Y los parques son convertidos en “un cagadero” descomunal para los animalitos.
Y los dueños, incluso señoras “hechas y derechas” como si nada, creyendo acaso que el parque es de su propiedad y por eso mismo están los señores de la Limpia Pública.
Incluso, hasta el velador de la noche para que se levante temprano y esté pendiente con su recolector de basura a la mano.
CINCO. Policía Turística
Dadas las circunstancias avasallantes, y en nombre del turismo y, claro, de la salud humana, bien podría la Policía Turística (¿existe?) establecer una vigilancia en los bulevares de Veracruz con el único objetivo de checar si cada persona ejercitándose y acompañada de su perrito lleva bolsa de plástico.
Por encima de todo, y además de la salud y el turismo, está el orden.
Y la conseja popular es evitar, a cualquier costa, que los espacios físicos (además de turísticos) para ejercitarse sean una garantía para salud.
SEIS. Aplicar la ley
Más, mucho más cuando se trata de bulevares de cara, por ejemplo, al Golfo de México.
Según los geógrafos, la población viviendo frente al mar es, por naturaleza, rebelde, insumisa, contestataria, belicosa y peleonera.
Y de nada ni de nadie se deja.
Y peor: siempre cree tener la razón del mundo.
Se trate de lo que se trate.
Entonces, la Policía Turística necesitaría (por las dudas) estar acompañado de una patrulla para evitar desaguisados innecesarios tratando de establecer el orden público.
Claro, con un profundo, inalterable, respeto a los derechos humanos y a la Constitución General de la República. (lv)