13 años buscando a sus hijos
**Nunca una pista, un rastro...
**Y el padre... falleció
ESCALERAS: Durante trece años (uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce y trece), Carlos Saldaña la pasó buscando a sus dos hijos (una mujer y hombre), secuestrados, desaparecidos y “levantados” en un bar de Xalapa.
Fue el 29 de noviembre del año 2011, el primero de Javier Duarte, el exgobernador viviendo en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México por varios delitos, menos por desaparición forzada.
De acuerdo con las versiones, en la desaparición de sus hijos habrían tenido participación unos policías, pues el coche de ellos apareció tiempo después tripulado por un gendarme.
PASAMANOS: Entonces, y con el Colectivo Familiares de Enlace Xalapa buscó a sus hijos.
Los buscó en panteones, lotes baldíos, fosas clandestinas, hospitales y cárceles.
Ella, Karla Nayelli. El, Jesús Alberto.
Fue intensa y frenética búsqueda y sin resultados.
Ninguna pista. Ninguna señal. Ningún rastro. Ni siquiera aportado por la autoridad estatal.
El fin de semana, Carlos Saldaña falleció en Xalapa. Enfermo de los riñones. Tenía sesenta años.
Y en trece años, nunca, jamás, pudo encontrar a sus hijos.
Los más sagrado de su vida.
¡Ay, aquella vacilada del llamado Estado de Derecho gritoneando en el palenque público que su tarea es garantizar la seguridad en la vida y en los bienes!
Más, mucho más en la vida porque los bienes van y vienen… si regresan como en la historia bíblica de Job, el paciente.
CORREDORES: Más porque todo indica la desaparición de Karla Nayelli y Jesús Alberto fue una desaparición forzada.
Un delito derivado de la asociación delictiva de policías, funcionarios públicos, jefes policiacos, policías, carteles y cartelitos, sicarios y pistoleros y malosos y malandros.
Y asociados y anexos y conexos.
Más en el Veracruz de Javier Duarte con su estribillo sexenal: “Aquí no pasa nada”.
BALCONES: La historia de Carlos Saldaña con su par de hijos reproduce la misma de tantos otros padres de familia con hijos secuestrados.
Y nunca encontrados.
Por ejemplo, las más conocidas y cacareadas con la hija de la activista Aracely Salcedo, de Orizaba, y el hijo de la maestra Lucy Díaz Genao, ambos en el duartazgo.
El Veracruz turbulento y huracanado que han legado a Veracruz los señores Javier Duarte, Miguel Ángel Yunes Linares y Cuitláhuac García.
Un priista. Un panista. Y un morenista.
El trío, cortado por la misma tijera del desdén y el menosprecio para los derechos humanos.
Y en el caso de MORENA, la vacilada del “socialismo con rostro humano”.
PASILLOS: Igual, igualito, están cientos, miles de padres de familia.
Bastaría referir que Veracruz en el primer lugar del feminicidio (la maléfica herencia de García, el góber) lleva por lo pronto unos novecientos niños huérfanos de madre.
Y los feminicidios siguen con la misma intensidad volcánica del primer mes de la 4T, diciembre del año 2018, cuando una migrante originaria de Guatemala fue emboscada y asesinada en los límites de Isla y Rodríguez Clara.
Y a la fecha, en el misterio. Y el desdén. Y el menosprecio oficial.
VENTANAS: La historia desoladora y triste de Carlos Saldaña encarna los días y las noches de Veracruz para los derechos humanos.
La vida de todos, a la orilla del precipicio. Rodando en la ladera llena de piedras.
Bastaría referir la Encuesta Nacional de Percepción sobre la Inseguridad Pública donde 7.9 por ciento de cada diez personas en Veracruz están seguras, ciertas, convencidas de vivir en medio de la incertidumbre y la zozobra.
Incertidumbre y zozobra, sinónimos de secuestros, desapariciones, asesinatos, fosas clandestinas e impunidad. (lv)