De allí al suicidio existe un paso en un momento estelar de debilidad… El ser humano, apachurrado en todos los frentes… Y, claro, sin ninguna esperanza flotando en las horas del día y de la noche…

ROMPEOLAS: Ernest Hemingway, profundo conocedor de la naturaleza humana, aseguraba que en la vida el hombre puede ser derrotado, pero nunca, jamás, aniquilado… Y mientras tenga vida la esperanza permite escalar el peldaño más alto de la vida pública, empresarial y laboral… Claro, claro, claro, llegó un instante cuando Hemingway se sintió aniquilado y tomó una escopeta de las utilizadas para cazar tigres, leones, panteras y palomitas en África y se pegó un tiro en la boca… Pero, bueno, una cosita es el dicho, y otra, mil, dos mil, tres mil años luz de distancia la realidad… “La cruda realidad”…

ARRECIFES: Según el sicólogo y el terapeuta familiar, el trío de fatigas (física, moral y emocional) han de cuidarse… Y con firmeza y sin titubeos mantener una raya personal y familiar para evitar resbalones en cada paso… Más, con aquella frasecita memorable, citable y bíblica de que “el hombre es y su circunstancia” según dijo José Ortega y Gasset… Vaya, hasta Jesús se dobló crucificado en el Gólgota cuando exclamó: “Padre mío, ¿por qué me has abandonado?”…

ESCOLLERAS: Del trío de fatigas la peor es la fatiga emocional y seguida por la moral… Y ambas, empalmadas, descarrilan al más pintado en la fatiga física cuando, por ejemplo, hacia el final del día llega uno a sentirse cansado, agotado, sin fuerza y sin ánimo… Entonces, ha de procurarse tener una razón de peso y con peso para que la emoción social se conserve… Firme… Inalterable… Sobre todo, para que ningún familiar nos vea agotados y limitados en los deseos, los objetivos, la bandera ondeando atrás de un legítimo sueño…

PLAZOLETA: Diezma, claro (y como es natural), la fatiga física… Por ejemplo, de las siete mil enfermedades conocidos y desconocidas, quizá (y por ahora), las más duras y rudas son el Alzheimer, el cáncer, el Parkinson, los divertículos, la presión arterial baja y alta y la depresión… Quizá los males del hígado… Y los terribles y espantosos dolores musculares… Pero con todo y el fracaso de la ciencia médica cuando menos hay pastillitas para sobrellevar la esperanza, aunque necesite tomarse una cada día y durante el resto de la vida… Con todo, si la persona tiene una esperanza, una ilusión, un sueño, una utopía incluso, los días y las noches siguen caminando con el acelerador metido hasta el tuétano…

PALMERAS: En el caso de Hemingway, la depresión lo llevó al suicidio… Peor aún porque era una enfermedad hereditaria… Su padre, médico, se quitó la vida… Un tío también… Una sobrina, de igual modo… Y tenía, caray, 61 años… Digamos, en la plenitud de su existencia intensa y volcánica… Por eso, y entre otras cositas y hechos, el gran misterio de la vida… Y de la muerte, desde luego… (lv)