Infanticidio en Veracruz
I (Nunca el góber será perdonado)
El tiradero de sangre en Veracruz y en los cuatro puntos cardinales simple y llanamente, “no tiene perdón de Dios”.
La incapacidad manifiesta del gobierno del Estado. El sexenio de la 4T. Aquella festinando la Gran Cuarta Transformación de la mal llamada “república amorosa y humanística”.
Nosotros, los Morenacos, “no somos iguales”.
Ahora, y luego de los feminicidios, secuestros, extorsiones y fosas clandestinas en el primer lugar nacional, los infanticidios.
Duro y rudo, trágico, imperdonable, el infanticidio de dos menores en la semana anterior.
Primero, el de una niña de 11 años de edad en Orizaba.
José Poleth Pérez Zepahua.
Primero, desaparecida.
Segundo, asesinada.
Tercero, el cadáver, con huellas de violencia física y sexual, fue arrojado a un terreno baldío, ubicado en la orilla del río Orizaba, en la colonia Dante Delgado Rannauro.
El colmo de los colmos: el presidente municipal de Orizaba, adorador y fan del dictador Porfirio Díaz Mori, inculpando a los padres de José Poleth de su crimen y “curándose en salud y lavándose las manos” pidiendo (ajá) que los padres cuiden a sus hijos.
El predicador de Orizaba, aquel que soñó con la candidatura priista a gobernador.
Luego, el asesinato de un niño en Xalapa, la capital, la sede de los tres poderes, la Atenas veracruzana.
Isidro M., de 12 años de edad, fue secuestrado el viernes 13 en la comunidad Rancho Nuevo, de Alto Lucero de Paquita la del barrio.
Y su cadáver, con huellas de violencia y semidesnudo, fue hallado al día siguiente en la calle Ópalo de la colonia Loma del Zapotal, en Banderilla, en el camino que lleva a La Haciendita.
Isidro vivía con una tía, pues sus padres (los dos) son migrantes en Estados Unidos.
Malos tiempos en Veracruz con la 4T.
Tiempos turbulentos.
Un huracán apellidado García, el góber jaranero, por cierto. Simplemente porque Claudia Sheinbaum Pardo toca la jarana.
Ta’canijo, duro y rudo, que ahora el asesinato de niños esté más recrudecido que nunca.
Quizá, diría el viejito del barrio, por el fin del sexenio y los malandros exhibiendo a García el puño y los bíceps y con los aguantes puestos y arriba del ring social.
Imperdonable el tsunami feminicida.
Imperdonable tantos niños huérfanos (en la versión oficial, unos novecientos).
Imperdonable el asesinato de ancianos, entre ellos, caray, una madre de 90 años, y una hija de 69 años, en la ciudad jarocha.
Pero más, mucho más, imperdonable el asesinato de niños.
García, el góber, tiene en el alcalde de Orizaba a un extraordinario vocero de la secretaría de Seguridad Pública.
Caray, “vendiendo el alma al diablo” para congraciarse.
II (Horas sombrías)
Una interrogante:
Luego de tantos feminicidios. Y mujeres asesinadas…
Y jóvenes. Y ancianos. Y hombres…
Y políticos. Y taxistas. Y crímenes de odio. Y empresarios…
Y niños asesinados, a primera vista habría de preguntarse el paso siguiente en los meses que le restan a García para seguir multiplicando la incertidumbre, la zozobra, la inseguridad y la impunidad en las horas sombrías de Veracruz.
Estamos ante una siniestra y sórdida escalada de violencia en los cuatro puntos cardinales de la entidad jarocha.
En los pueblos hay festivales, carnavales, fiestas patronales, carreras de caballo, peleas de gallo, banquetazos gastronómicos, etecé, etecé.
Pero al mismo tiempo, el tsunami de sangre de niños, jóvenes, mujeres, ancianos y hombres sigue carcomiendo los días y las noches.
Y ni modo de ignorar “la cruda realidad” en el Veracruz ensangrentado y ocuparse, digamos, del concierto de Luis Miguel, del último grito patrio de García, de la nueva película de Ana de la Reguera, del cuerpo de Salma Hayek luciendo traje de baño en una travesía marítima y desde el barco familiar y del comediante Adrián Uribe filmando su última película, El candidato honesto, en Catemaco, en Los Tuxtlas.
III (García, vetado para entrar al paraíso)
De cara a la historia social y política en Veracruz, García, el góber, tiene ya, ya, ya, un nicho en el altar patrio:
El peor jefe del Poder Ejecutivo estatal.
Y una sola premisa y que lo desprestigiara en los cuatro puntos cardinales:
El Veracruz ensangrentado.
Muchos, demasiados, excesivos muertos que dejara en el camino lleno de espinas, cardos y abrojos.
Y si cree en Dios, nunca entrará al paraíso.
Está vetado para el resto de su vida.
¡Ay, Poncio Pilatos ordenando el asesinato de niños en Jerusalem! (lv)