Además, en su digamos tiempo libre, si lo tuvieran, grandes activistas sociales.
Unas, animalistas. Otras, por una causa religiosa en la iglesia católica, por ejemplo. Y como las evangelistas, programando el sábado para predicar la Atalaya de puerta en puerta.
Pero de igual modo, para el activismo social. La protesta política como indignación crónica llena de coraje social.

DOS. Admirables y admiradas

Ejemplares, dignas, admirables (y admiradas), respetables y respetadas, por ejemplo, las madres formando parte de los 33 (treinta y tres) Colectivos integrados con padres buscando a los hijos y parientes secuestrados y desaparecidos.
Y desde hace montón de años.
Reuniéndose todas de forma periódico y yéndose a remover la tierra en los sitios y espacios donde alguien les ha pasado el tip de una fosa clandestina más en un Veracruz campeón nacional en fosas, como si el Estado jarocho, “la noche tibia y callada” de Agustín Lara, fuera una nación de América Latina en el siglo pasado, tiempo de las dictaduras militares.
Y tiempo, en México, de la llamada “Guerra sucia” cuando las tribus políticas encaramaban en un helicóptero a los disidentes y los arrojaban al mar amarrados los cuerpos a una piedra para evitar flotaran.

TRES. Ondeando el flujo económico

Además, mujeres, por ejemplo, ondeando la bandera económica y social en pro de otras compañeras.
Las trabajadoras domésticas. Las trabajadoras sexuales. La liberación femenina. El derecho educativo para los hijos con una mejor calidad pedagógica.
Los derechos de los gatitos y perritos. Y los derechos, caray, hasta de las palomitas, las lagartijas, los conejitos, los ratones y las cucarachitas y que ahora en Xalapa las guisan para pambazos.

CUATRO. Mujeres contestatarias

Son mujeres que cuando una protesta social los exige y reclaman toman los volantes y los distribuyen en cada marcha y mitin. De oficina en oficina. De colonia en colonia. Casa por casa.
Es más, hasta arriesgando la vida si por ahí la policía acata órdenes superiores y se va en contra de ellas.
Ahora mismo, montón de mujeres mayores de edad y con hijos desfilando al lado de los estudiantes en contra de la dichosa Reforma Judicial de AMLO, el presidente.

CINCO. El acelerador hasta el fondo

Son mujeres que debieron vivir en el siglo XVIII cuando las personas eran universales. Y desempeñaban varios oficios y profesiones. Y se daban tiempo para todo y con todo.
Nada tan digno como las grandes luchas por la liberación femenina y que, caray, poco costó a los hombres para usufructuar sus derechos humanos.
En Estados Unidos, por ejemplo, la extraordinaria organización de las artistas del cine y el teatro en contra del productor Harvey Weinstein, condenado a equis número de años de cárcel por acoso y hostigamiento sexual a cambio de filmar una película.

SEIS. Una vida mejor

El respeto y la admiración profunda, inalterable, para todas ellas de la mayoría ciudadana.
Y más, mucho más, porque andan en el activismo contestatario para alcanzar una mejor calidad de vida.
Y al mismo tiempo, sin descuidar en ningún momento la atención y el desarrollo humano de los hijos.
Más cuando son mujeres solas “agarrándose a trompadas con la vida en el ring” como afirmaba el escritor Ricardo Garibay de sí mismo. (lv)