Y horas después, antes de la tarde convertida en noche del mismo jueves, el delegado fue ubicado en una casa de seguridad en Poza Rica.
Y aplicado el operativo para su rescate.
Y sano y salvo.
Y su liberación.
Y en un Veracruz con más de siete mil desaparecidos.
De hecho y derecho, un Estado jarocho en el quinto lugar nacional de desaparecidos.
Campeones nacionales que ya somos en secuestros, extorsiones, feminicidios y fosas clandestinas.
Madres y padres de familia y hermanos y parientes buscando a los suyos a través de los 33 (treinta y tres) Colectivos de norte a sur y de este a oeste de Veracruz.
Búsquedas intensas y frenéticas, como por ejemplo, de Fernanda Rubí, secuestrada el 7 de septiembre del año 2012 (hace doce años) en una discoteca en Orizaba.
Y al momento, ninguna pista, ninguna señal, ningún rastro.
Por eso, ni duda cabe, ¡hosanna, hosanna, te queremos, Cuitláhuac G. J. por la eficacia y eficiencia de la policía estatal y los soldados ubicando la casa de seguridad donde los malandros tenían escondido al delegado de Tránsito.
Señal, testimonio, inequívoco, de que la autoridad (cuando así lo desea) tiene información (y que utiliza) para saber y conocer el escondite de los carteles y cartelitos, sicarios y pistoleros, malosos y malandros.
Y, bueno, quizá por ahí algún ciudadano audaz y temerario y con “la loca de la casa” como es la imaginación haciendo travesuras podría pensar, sentir, creer, percibir, que entre los malos y la autoridad existen, existirían, valores entendidos.
Desde luego, sorprende la eficacia con que actuaron.
Más, porque sea un funcionario, digamos, del gabinete ampliado, uno, es funcionario, y dos, político.
Y en un Veracruz donde en el tiempo de la 4T han asesinados a más de cuarenta políticos, desde diputados y líderes partidistas y sindicales y ediles en funciones y exediles.
Y por desventura, en la mayor parte de los casos, en la impunidad.

II (Los amigos y los otros…)

Los expertos suelen asegurar que luego de un secuestro, una desaparición, las primeras 72 (setenta y dos) horas son decisivas.
Tiempo cuando de acuerdo con la teoría, bien puede ocurrir (y como en el caso de Poza Rica con el delegado de Tránsito) que los malandros sean identificados y la víctima rescatada y liberada y de vuelta a casa.
Por eso, y de ser así, caray, vaya sorpresa que da la vida pública.
Pero al mismo tiempo significaría que con el caso de los más de siete mil desaparecidos, más Veracruz campeón nacional en secuestros, extorsiones, femicidios, fosas clandestinas e impunidad, el sistema policiaco registra duras y gravísimas fallas.
Entre otras cositas y hechos, la escasez de voluntad para hacer bien las cosas y cumplir con el más alto ideal, sueño, utopía del llamado Estado de Derecho, aquel que garantiza la seguridad en la vida.
Pero ni hablar, se entendería que en el Veracruz de la 4T se aplica con lealtad y fidelidad total y absoluta el principio de Benito Juárez García.
“Para los amigos, justicia y gracia. Y para los otros, justicia a secas”.
Un buen jonrón y con casa llena del góber jaranero. Pero, bueno, está probado y comprobado que rara, extraordinaria ocasión “una golondrina solitaria anuncia el verano”.
Además, caray, el caso del secuestro del delegado de Tránsito en Poza Rica ha servido para evidenciar a la 4T, MORENA y el obradorismo jarocho.
A menos, claro, que “los emisarios del pasado” aseguren que la eficacia y eficiencia obtenida significó “mera coincidencia”.
Digamos, un simple campanazo.
Golpecito de suerte diría el vejete del barrio.
Más, mucho más, con el Veracruz ensangrentado que Cuitláhuac G. J. y anexos y conexos está dejando y dejará. (lv)