Carteles recrudecidos
I (Puños y bíceps en el ring social)
Los carteles y sicarios y malandros de Veracruz y en Veracruz se han recrudecido al máximo. En cada víctima, todas las agravantes de la ley aplicadas en tiempo y forma.
Uno, el secuestro. Dos, la desaparición. Tres, la tortura.
Cuatro, si es mujer, el ultraje.
Cinco, el asesinato a balazos.
Seis, vendado y maniatado de pies y manos.
Siete, abandonado en una casa de seguridad para alcanzar el más alto grado de descomposición física.
Y ocho, arrojado en un camino vecinal. Por ejemplo, en medio de los cañaverales como sucediera el miércoles 4 de septiembre en Omealca con un hombre.
En otros casos, la persona secuestrada y asesinada, tirada en la vía pública y hasta con la cabeza decapitada.
El asalto a los autobuses de pasajeros en la carretera y en calles y avenidas de las ciudades.
La masacre en Veracruz en el tiempo de la 4T como, por ejemplo, en Coatzacoalcos, en el bar “Caballo blanco”.
Y la otra masacre en Minatitlán en una fiesta familiar con más de treinta crímenes, incluidos niños y en brazos de señoras madres.
Los asaltos en plazas comerciales. Desde joyerías hasta cafés.
Vaya, los asaltos en iglesias y templos cuando las señoras suelen rezar el rosario en las tardes tibias y frescas.
Los secuestros de personas y en sus casas.
Los cadáveres colgando de puentes y flotando en ríos aguas abajo.
El asesinato de señoras de la sexta, séptima edad y en sus casas únicamente para el robo de pertenencias y joyería y dinerito.
El chofer de autobús urbano en Coatzacoalcos asesinado por dos tipos. Y delante de los pasajeros.
Vaya, la 4T inició en Veracruz en el mes de diciembre del año 2018 con la emboscada y asesinato de una migrante originaria de Guatemala en los límites de Isla y Rodríguez Clara.
Y al momento, ninguna pista. Ningún detenido. Ni siquiera, el cónsul exigiendo a la autoridad estatal la búsqueda de los asesinos.
Incertidumbre y zozobra con Javier Duarte y Miguel Ángel Yunes Linares.
Pero más, mucho más con Cuitláhuac García.
Y más, porque “a tiro por viaje” todavía hoy sigue inculpando a su par de antecesores de los ilícitos que porque le dejaron un estercolero.
Y Cuitláhuac, el Poncio Pilatos del siglo XXI, inocente. Sin ninguna culpa ni responsabilidad.
¡Pobre víctima, caray!
II (Un mundo mejor, legítimo sueño)
Todos deseamos y soñar vivir en un mundo lo más feliz y dichoso posible.
Días y noches sin sobresaltos.
Un robo. Un asalto. Un secuestro. Una desaparición. Un asesinato. Una fosa clandestina.
Pero desde hace muchos años, en Veracruz, por ejemplo, la más devastadora de las utopías.
El mundo inexistente.
¡Vaya evidencia y exhibida del llamado Estado Derecho que garantiza (ajá) la seguridad en la vida y en los bienes!
Pero más, mucho más en la vida, porque significa el más alto valor de la existencia humana.
Los bienes, ya se saben, van y vienen como en el relato bíblico de Job, el paciente.
Además, se puede vivir y bien, digamos, con los más elementales satisfactores, una casita, un departamento, un empleo, la educación de los hijos, la salud.
Por desgracia, “la noche tibia y callada” de Agustín Lara cantada por Toña la negra, transfigurada en un Veracruz ensangrentado.
Y en los cuatro puntos cardinales.
Igual que en el año 1986 cuando la transferencia del poder sexenal de Agustín Acosta Lagunes a Fernando Gutiérrez Barrios, hoy, 2024 (treinta y ocho años después), el pendiente social número en el territorio jarocho es la incertidumbre, la zozobra, la inseguridad y la impunidad.
III (Provocación a la autoridad)
La vida pública se ha vuelto tan ruda que ayer en la mañana, un comando armado ingresó a la delegación de Tránsito en Poza Rica y secuestró al delegado.
Y se lo llevó sin que nadie pudiera evitarlo.
Una muestra concreta y específica, mejor dicho, una provocación sin paralelo a la autoridad municipal y estatal.
Los carteles y cartelitos, sicarios y pistoleros, malosos y malandros demostrando el puño y el bíceps y la fuerza armada.
Solo faltaría que antes del fin del sexenio entraran a una oficina de gobierno en Xalapa y se llevaran al titular.
Y tan campantes.
El secuestro del delegado de Tránsito en Poza Rica como un testimonio irrefutable del principio de autoridad establecido por la delincuencia organizada.
Diga lo que diga el góber jaranero.
Y jaranero porque él mismo alardea que toca la jarana, igual, igualito, que Claudia Sheinbaum Pardo, de igual modo como antes también festinaba jugar beisbol mejor que Beto Ávila y el “Rápido” de Cantarranas, Celso Contreras. (lv)