Huir de los tóxicos
**Buscar carga positiva
**Momentos dichosos
UNO. Instantes sublimes
La enseñanza del poeta Watt Whitman de que “no dejar pasar que termine el día sin haber crecido un poco”, únicamente puede alcanzarse, dice el sicólogo del barrio, cuando se aprovecha a plenitud la perfección del momento.
Y es cuando, en términos generales, “la vida muerde el corazón”.
Más cuando está claro que la felicidad total y absoluta nunca ha existido ni existirá y la dicha solo se trata, en efecto, de instantes sublimes que han de guardarse en las neuronas y el corazón para recordarse en los días negros y sórdidos.
DOS. Vivir de la nostalgia
Y, bueno, todos los seres humanos tenemos días quizá, horas de un día en todo caso, donde el sol y el cielo son muy luminosos y suelen darse y concitarse los episodios memorables y citables para el tiempo de las vacas flacas y las vacas gordas.
Yo soy, dice el viejito del barrio, un coleccionista de los instantes felices.
Y cada vez cuando está y anda de capa caída y cargando la cruz en un camino de espinas, cardos y abrojos y derecho a su Gólgota, la medicina efectiva es la nostalgia de los días y noches buenas.
TRES. Los momentos felices…
Por ejemplo: El día cuando nacieron el primero y el segundo hijo y se le cargó en los brazos y de pronto, el bebé ya agarraba el dedo de la madre y del padre y lo apretaba con dulzura.
El día cuando el niño pronunció las primeras palabras y dijo “mamá” o “papá” como si le hubieran enseñado.
El día del primer deseo. Y la primera pasión. Y el primer amor. Y la primera aventura.
El día del primer trabajo. El día del pago de la primera quincena.
El día cuando el laboratorio médico confirmó que se estaba sano sin VIH.
CUATRO. Días polvorientos
Hay momentos perfectos, ideales, incluso utópicos, en la vida. Y en la noche.
Instantes que suelen durar una eternidad cuando se les guarda muy bien en la nostalgia y el recuerdo pues animan y reaniman los días más polvorientos, cuando solo falta, como dicen por ahí, “que me orine un perro”.
Vaya lección, por ejemplo, con la película “La vida es bella” y cuando aquella pareja con su hijo es internada en un campo de concentración nazi y el hombre hace todo para sobrellevar los días negros.
Tanto con la esposa como con el hijo. El niño, por cierto, en un papelazo estelar.
CINCO. Carga positiva
Por eso, nada tan recomendable como cambiar de actitud ante la vida para aprovechar el mayor jugo posible.
Por ejemplo, en vez de una carga negativa y mirar todo con lentes negros, una carga positiva.
En lugar de pasar maldiciendo a los demás, incluso, a la familia porque “les va bien”, aceptar lo que se tiene y bendecir la forma de vida y seguir empujando la carreta, aunque la carreta esté destartalada.
Y en vez de andar de tóxico en cada amanecer ponerse las pilas para enviar una buena vibra y un mejor karma a las neuronas, el corazón y el hígado.
Más, mucho más, porque de acuerdo con los científicos médicos, nada se gana con bombardear el cerebro y el corazón y el hígado con misiles sombríos.
SEIS. Lejos de las personas tóxicas
Una estrategia para vivir mejor es alejarse de las personas tóxicas.
Aquellas que siempre andan con una bomba nuclear lista para dispararse.
Además, porque nunca suelen mirar las cosas positivas ni de ellas mismas y menos de los familiares, los amigos, los compadres, los compañeros en el salón de clases y en el trabajo y los vecinos. (lv)