Encanto del poder
**Rasurar opositores
**Puestos para todos
UNO. Cargos públicos a opositores
La estrategia eficaz de los políticos encumbrados para aniquilar a los enemigos, opositores y críticos está, entre otras cositas y hechos, un cargo público.
Y un puesto en el gabinete legal y ampliado con presupuesto.
Y un ejército de subalternos para tener con quienes predicar la palabra nueva.
Más cuando, por ejemplo, los adversarios son apegados al poder. Mejor dicho, viven obsesionados con el poder. Dicho mejor, fueron derrotados en las urnas.
Entonces, y en nombre de la pluralidad política treparlos al barco que partirá a un nuevo viaje sexenal.
DOS. Dos mil cargos para repartir
Ningún descubrimiento con la referencia histórica anterior. Siempre, en todos los tiempos, ha acontecido.
Y, bueno, si el adversario lo rechaza, allá él. Incluso, y como para disimular, bien podría solicitar una beca en el extranjero. Para sí y/o para los suyos.
Muchos años Octavio Paz Lozano, Nobel de Literatura, la pasó como encargado de asuntos culturales de Embajadas en el extranjero.
Bajo perfil. Poca chamba. Así, además, solía escribir su obra literaria sin prisas ni urgencias económicas.
El abanico de oportunidades para tener contentos a los disidentes es muy amplio.
Lo dijo en elecciones anteriores Zepeta, el coordinador de MORENA Veracruz:
“No se peleen. Hay más de dos mil cargos públicos para repartir”.
Igual, igualito, que en el siglo pasado en el tiempo priista.
TRES. Encanto del poder
Con un puesto público, el inconforme político y social más aguerrido y combativo queda contenido.
Digamos, como cuando se le da un mendrugo a un perrito y en gratitud mientras lo saborea menea la cola.
Las ardillitas jugando al trapecista en el bejuco telefónico, también sabroso balanceo de sus caderitas.
Un gatito, caray, hasta lame la mano de quien da de comer.
Para un político, nada mejor que un insumiso y contestatario lo deje de evidenciar y cuestionar, dichoso y feliz con un cargo público, y de preferencia, “entre más lejos, mejor”, incluso, vaya, en las Islas Fidji.
CUATRO. Envidiable familia feliz
El presidente Benito Juárez García otorgó cargos públicos a sus tres yernos para felicidad de sus hijas. Todos, viviendo en Palacio Nacional.
Porfirio Díaz Mori tenía frase célebre. “El presidente… da y quita”.
Y para congraciarse con el periodista Reyes Spíndola le obsequió la primera rotativa de un periódico impreso en México, El Universal, y Spíndola ofrendaba la vida por el carcamán.
Francisco I. Madero financió con recursos públicos un periódico, Nueva Era, a su hermano menor Gustavo.
CINCO. Nada cambió Julio Scherer García
Más, cuando queda comprobado que con el ejercicio crítico del periodismo contando las historias con toda la crudeza de como acontecieron nada se gana.
Nada envidia. Todo sigue igual. Incluso, peor.
Don Julio Scherer García, por ejemplo, pasó más de treinta años desde el diario Excelsior hasta la revista Proceso denunciando la corrupción política.
Y nada pudo cambiar.
Únicamente logró que el presidente Luis Echeverría Álvarez se le fuera encima con un Golpe de Estado para su destitución como director general del periódico.
SEIS. Exiliado en Cuba
Mario Renato Menéndez Rodríguez, con la primera gran revista en el país, Por qué?, denunciando las tropelías políticas, únicamente logró que el presidente Gustavo Díaz Ordaz, ordenara prender fuego a las instalaciones del medio y enviarlo a Cuba exiliado.
Y don Manuel Buendía, el famoso columnista de “Red Privada”, únicamente logró que lo asesinaran por la espalda cuando se ocupaba de hechos turbios en la secretaría de Gobernación con Manuel Bartlett Díaz como titular.
Entonces, allá cada uno con su periodismo y decidiendo cada uno si mejor acepta las prebendas y privilegios de las tribus políticas en turno. (lv)