Y Lévi-Strauss simplemente escuchando y sin pronunciar una palabra… Entonces, Paz confió a un amigo: “Ignoro si sabe mucho o es un idiota”…

ROMPEOLAS: Pero, bueno, “siempre tan silencioso”… Prefería escuchar… Oír… Cavilar… Pensar y volver a pensar en las vivencias y experiencias del día y la noche cotidiana… Dejaba que los demás se adueñaran de la palabra… Al revés de tantos otros que la pasan con el micrófono en la mano… Por ejemplo, Albert Camus, Jean- Paul Sartre, la misma Simone de Beauvoir, Andrés Malraux y ni se diga, Charles de Gaulle, quien además de política se creía y sentía escritor…

ARRECIFES: En la vida (ya se sabe), los hechos son el único aval de todas y cada una de las personas… Podrá, por ejemplo, decirse una cosa y al mismo tiempo, hacer otra cien por ciento contraria y diferente… Y sin hechos concretos y específicos, todos estamos perdidos… Con los años, los hechos cuentan y van construyendo la autoridad moral y social de una persona… Los hablantines y habladores “caen por su propio peso”… Más, por ejemplo, cuando se vive de cara al mar porque por naturaleza geográfica y humana, la gente suele arrebatarse la palabra… Más, claro, cuando se atraviesa el alcohol y las conversaciones suelen volverse un diálogo de sordos donde todos, la mayoría, gritan y ademanean para imponer “su verdad”…

ESCOLLERAS: John Reed, el famoso cronista y escritor de los libros “México insurgente” y “Diez días que estremecieron el mundo”, cuenta que en aquel tiempo cuando vivía en una casa de dos pisos con la amante en turno, en las noches solían visitarlo montón de amigos, intelectuales y escritores y periodistas, para “echarse unas copitas” y platicar… Entonces, la amante encerraba a John Reed en el primer piso con el único objetivo de escribir y escribir… Mientras, en la planta baja los otros pasaban el tiempo teorizando sobre los libros que algún día, algún día, algún día escribirían…

PLAZOLETA: Lévi-Strauss fue conocedor de la naturaleza humana… Y por eso mismo se volvió “tan silencioso”… Y con tanta firmeza que los demás lo respetaban… Prefería observar, escudriñar, diseccionar a los demás… Y sin nunca hablar mal de los otros… Era la práctica parte de su estudio sicológico para calibrar la conducta ajena… Incluso, y hasta donde fuera posible, rechazaba dictar conferencias magistrales… Y si le insistían remitía a sus libros publicados… Más, cuando estudioso del mundo indígena agarró camino de París a América Latina para internarse en la selva brasileña… Y escribir uno de sus libros clásicos, Tristes Trópicos…

PALMERAS: Lo dice el proverbio popular: “Mucho yerra quien mucho habla”… Pero también, claro, quien mucho escribe… Los latinos, por ejemplo, igual que los cubanos y los italianos, tienen mucha fama de hablar con exceso… Incluso, la fama de los cubanos de dar consejos de todo y con todo a los demás… Pero nada más digno en la vida como honrar a las palabras y hablar con mesura y prudencia… Y como dice el viejito del barrio, masticar varias veces las palabras antes de pronunciarlas… (lv)