Niños asesinados
**Y en Veracruz
**Lo peor de lo peor
ESCALERAS: Hay una estadística zangoloteando la conciencia social. Inquieta y perturba. Ocupa y preocupa. Y casi casi se entra de rodillas a la Basílica de Guadalupe con las manos extendidas y los ojos virolos rogando al Ser Superior pudiera el milagro de purificar a Cuitláhuac García Jiménez para transfigurarlo en una buena persona.
Mejor dicho, un gobernante digno.
Solidario, generoso, magnánimo y bondadoso con los ciudadanos víctimas de la delincuencia organizada y común.
Pero más con los niños.
Lo dice la ONG “Pacto por la Primera Infancia”: En Veracruz, de los años 2000 al 2022 (4 años de la 4T jarocha) 108 (ciento ocho) niños han sido asesinados (AVC Noticias).
PASAMANOS: Año dos mil al 2004: 5 años del sexenio de Miguel Alemán Velasco como gobernador.
2004 a 2010: sexenio de Fidel Herrera Beltrán.
2010 a 2016: sexenio de Javier Duarte.
2016 a 2018: bienio de Miguel Yunes Linares.
2018 a 2022: cuatro años de Cuitláhuac García.
Y toda vez que se trata de niños asesinados estamos ante “un delito de lesa humanidad que nunca prescribe”.
CORREDORES: El infanticidio en el Estado jarocho fue exhibido en Veracruz con el asesinato de la niña Natalia, de 4 años en Córdoba.
El padrastro le quitó la vida.
Y lo peor, delante de la madre y quien guardó silencio. Calló. Nada dijo. Lo permitió.
Ya de por sí, Veracruz en el sótano del Estado de Derecho, aquel que garantiza la seguridad en la vida.
Veracruz, campeón nacional en secuestros, extorsiones, feminicidios y fosas clandestinas.
Quinto lugar nacional en desaparecidos.
Campeón nacional en impunidad.
Ahora, el infanticidio de norte a sur y de este a oeste del territorio jarocho como la peor maldición en la vida y de la vida.
BALCONES: En el tiempo del infanticidio, cinco gobernadores.
De hecho y derecho, un quinteto de jefes del Poder Ejecutivo estatal en el desdén y el menosprecio y la indiferencia sobre los niños asesinados.
Demasiada tolerancia de los familiares, todo indica, callados, “dejando hacer y dejando pasar” el brutal asesinato de todos y cada uno de los menores.
El silencio impresionante de la iglesia.
Y de los diputados locales, tan ocupados, ajá, en usufructuar la curul con tantos privilegios.
Y de la Fiscalía General y que ha de seguir por oficio cada infanticidio.
Y de las ONG.
Y de los partidos políticos “desgarrándose las venas” para adueñarse del poder político, sinónimo de poder económico y social.
Los infanticidios, como si ocurrieran en el otro extremo del mundo en países bélicos.
PASILLOS: La ONG “Pacto por la Primera Infancia” ha puesto el asunto en el palenque público.
Ahora ya se verá si le da seguimiento pues está claro que el hecho de ventilar el tema en la cancha mediática resulta insuficiente.
Bastaría referir que los novecientos niños, aprox., huérfanos con tantos feminicidios en Veracruz y a la deriva social y económica constituye gravísima falla de los más elementales derechos humanos observados por la llamada Cuarta Transformación.
VENTANAS: Duro, rudo y terrible el feminicidio en Veracruz. La mujer como víctima.
Y el crimen de ancianos. Con frecuencia, únicamente para robar.
Y de jóvenes.
Y de hombres maduros.
Pero un delito con saña, barbarie, alevosía, ventaja y premediación el asesinato de niños.
Y lo peor, todos en Veracruz han ido quedando en la impunidad.
Vaya, en la indiferencia y la indolencia.
De Miguel Alemán Velasco a Cuitláhuac García, ningún político tiene “el perdón de Dios” (lv).