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Escenarios
Viernes 30 agosto, 2024

La chamba de escritor

**Un mundo de espinas
**La lupa en la mano

UNO. El infierno de escribir

De entrada, la chamba de escritor implica muchos, demasiados, excesivos bemoles. Casi casi, Jesús caminando al Gólgota en un camino lleno de espinas, cardos y abrojos y derecho, derechito, a la crucifixión.

Por ejemplo, el amor obsesivo a las letras y a las palabras y a las frases.
Gabriel García Márquez solía encerrarse en su estudio de las ocho, nueve de la mañana a las dos de la tarde.
Y confesaba que en muchos días, apenas, apenitas, lograba escribir un párrafo de tres líneas pues era muy, muy, muy exigente para lograr, digamos, la frase perfecta, la frase rítmica, clara, nítida e informativa para exaltar la imaginación.

DOS. Atención a las palabras

En uno de sus tres libros de memorias, “La fuerza de las cosas”, Simone de Beauvoir escribe que su pareja durante cincuenta años, Jean-Paul Sartre, “trabajaba sin apurarse prestando atención a las frases”.
El escritor Juan Rulfo, quien en vida únicamente publicara la novela “Pedro Páramo” y el libro de cuentos, “El llano en llamas”, solía escribir en el día.
Y en la noche releía lo escrito y con frecuencia, con muchísima frecuencia rompía y/o tiraba a la chimenea los originales escritos, insatisfecho con la calidad de su literatura.
Más, mucho más, luego del éxito en las librerías de su par de textos.

TRES. Página bien pensada, página bien escrita

Octavio Paz Lozano escribió que una página bien escrita se debe, entre otras cositas y hechos, a que se trata de una página bien pensada y reflexionada y cavilada antes de teclear.
Famosos aquellos escritores que solían escribir una especie de guión de sus novelas y cuentos cien por ciento repensados.
Una vez, la actriz Rita Macedo, la primera esposa de Carlos Fuentes Macías (quince años de matrimonio) le dijo que nunca, jamás, escribiría como García Márquez.

CUATRO. Diez asesores del Gabo

García Márquez era tan cuidadoso con su obra literaria que una vez concluida una novela le daba una copia a diez amigos que tenía en el mundo, todos, personajes de la vida pública y literaria, entre ellos, escritores, críticos y político, dos de ellos, por ejemplo, Fidel Castro Ruz y François Mitterand.
Y cada uno leía el original de la novela, hacía observaciones y anotaciones y se las entregaban o platicaban a García Márquez y él determinaba si las consideraba.

CINCO. Lupa y guillotina

En la enfermedad prolongada, Franz Kafka pidió a amigo entrañable que prendiera fuego a los originales de las novelas y cuentos pues dudaba mucho de su calidad.
El amigo le mintió y nunca los quemó. Y años después, fueron una constelación en las librerías y la gran revelación kafkiana.
El escritor Juan Manuel Torres (por cierto, originario de Minatitlán y casado con las actrices jarochas Meche Carreño y Delia Casanova, entregaba los originales de sus cuentos a su colega Sergio Pitol para la lupa y la guillotina.
Y si por “equis o mangas” Pitol se tardaba, Juan Manuel Torres se hundía en la angustia y la desesperación creyendo que estaba reprobado por su amigo.

SEIS. Mucho trabajo interior

Atrás de cada escritor encumbrado existe mucho trabajo interior y a solas y encerrado en el cuarto de estudio y/o en su casa.
“En mi cuarto de estudio, lo que más trabaja es la guillotina” solía afirmar García Márquez.
Tan es así que a su muerte dejó sin publicar la novela “En agosto nos vemos” porque siempre quedó insatisfecho.
Y ni modo, la vida es así, y sus dos hijos decidieron publicarla, de igual modo como también autorizaron la filmación de la novela “Cien años de soledad” y a lo que el Gabito siempre se opuso para dejar que cada lector imaginara los personajes. (lv)


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