Terapia religiosa
**Doctrina sabatina
**El cielo y el infierno
EMBARCADERO: Cada sábado en la mañana, el niño de 8 años de edad era llevado a la doctrina en la iglesia católica y apostólica... El sábado iniciaba con un desayunito modesto y sencillo con otros chicos preparado por el par de monjitas... Luego, media hora jugando básquet en la cancha parroquial... Y después, la clase de tres horas con el presbítero y quien de manera reiterada la pasaba platicando sobre la existencia de Dios y Luzbel y del cielo y del infierno
y del paraíso celestial donde irían las personas buenas y el averno donde eran refundidas las personas malas…
ROMPEOLAS: Digamos, se trataba de una especie de adoctrinamiento total y absoluto y en donde el ministro de Dios sembraba y multiplica el terror, el pánico, el miedo, “el miedo al miedo” y el horror a portarse mal porque de antemano se sabía, se estaba seguro, de que al morir el infierno esperaba… “Y en el infierno, aseguraba el cura, todos se achicharrarán”… El niño de 8 años volvía a casa caminando y rezando el padre nuestro y el ave maría rogando al Ser Superior que nunca, jamás, cayera en el mal…
ARRECIFES: Algunos chicos de aquel tiempo creyeron tanto en aquella verdad que simplemente terminaron en el Seminario Menor soñando volverse sacerdotes… Así, consideraban que nunca cometerían pecados veniales ni mortales… Y de antemano estaban salvados… Unos años después, los chicos renunciaron a su, digamos, vocación sacerdotal advirtiendo que su vida, sus legítimos sueños, eran por otro camino… Incluso, hasta volverse Superman para volar en el cielo y ayudar a los desposeídos y librarlos de los delincuentes, pillos y ladrones…
ESCOLLERAS: Fácil, en la doctrina sabatina solían llegar unos cien niños y adolescentes del pueblo… Y cada uno recibía un librito para leer y estudiar en el transcurso de la semana… Y era el Catecismo… Es decir, una forma más para la terapia religiosa… Y, claro, las madres de todos ellos estaban pendientes que en las tardes, luego de la tarea escolar, los hijos lo leyeran, mínimo, una media hora… Luego, en la tarde tibia y fresca todos podían jugar… Y/o mirar a los Simpson en la televisión, pues todavía Mafalda, la gran heroína, tardó mucho en aparecer en la pantalla casera…
PLAZOLETA: Muchos años después, aquel niño de ocho años empezó a cuestionar la doctrina religiosa… Más todavía, en la clase de Lógica impartida por el doctor Diódoro Cobo Peña, autor de varios libros sobre Filosofía, Pedagogía y Literatura… El maestro Diódoro solía contestar las preguntas de los estudiantes sin eludir ningún tema… Y el asuntito religioso era socorrido… Girando alrededor de la existencia del cielo y el infierno… Y de Dios y Luzbel, el ángel que soñó con volverse superior a Dios y terminara como el dios, pero del averno… Un Dios bueno contra un Dios malo, digamos… El Príncipe del Bien y el Príncipe del Mal…
PALMERAS: En todo caso se trata de la histórica, legendaria y mítica lucha entre la razón y la fe… Las razones de la razón… Las razones de la fe… Bastaría referir, por ejemplo, que hay montón de religiones y cada una con su Dios y su Diablo… Y cada una con su Biblia… Y cada con sus sacerdotes… Y cada uno con sus creencias… Incluso, hasta religiones laicas, como por ejemplo, el emperador Calígula asegurando que “hay días cuando me siento dios”… Dioses que llegan a creerse los políticos encumbrados… Y necesitados de un ejército de aduladores con el incienso en la mano… Otros les llaman “Siervos de la Nación”… (lv)