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Sábado 10 agosto, 2024

Merolicos en Veracruz

**Vender esperanzas
**Hacen otras cosas

UNO. Merolicos en Veracruz

Todo está, parece estar, convertido en un disparate. Mejor dicho, casi casi como si los políticos fueran unos merolicos porque dicen unas cositas y hacen otras.

Luis Velázquez

Por ejemplo: Mientras desde la secretaría de Salud proclaman una vida sana en feroz lucha contra los triglicéridos, el ácido úrico y el colesterol y en contra de la papada, la panza y la vida sedentaria, por todos lados el permiso oficial para multiplicar la llamada “comida chatarra”.
Vaya el lector, por ejemplo, a la plaza comercial, al mercado, al centro de la ciudad y a las colonias populares y de inmediato será abrumado por la publicidad y la venta de los productos chatarra.
Sabritas, la Paleta Payaso, Gansitos Marinela, Pepsi Cola, Cheetos, Takis, Chaquis y otras botanas por el estilo como describe el cronista Francisco Ortiz Pinchetti el paisaje urbano de la Ciudad de México.

DOS. Dichosa República de Lectores

Y si vamos a otro lado, bien pudiera recordarse la denominada “República de lectores” del Fondo de Cultura Económica promoviendo la lectura (ajá) en un país que desde el tiempo de Moctezuma, Hernán Cortés y la Malinche, apenas, apenitas cada ciudadano lee un libro… por año.
Además, y en el tiempo sacrosanto de Paco Ignacio Taibo, el libro anual de cada mexicano es un libro de autoayuda sicológica y siquiátrica para vivir mejor.
Por ejemplo: ¿Cómo hacerse millonario antes de que el gallo bíblico cante tres veces?
Estrategias y técnicas para que nunca te engañe el marido.
Vuélvase “un león para el combate” en el tálamo prohibido.
Convierta los 7 minutos del acto íntimo en un tsunami de placer.

TRES. Promociones comerciales

Y, bueno, en un país donde seis de cada diez mexicanos están en la miseria, la pobreza, la jodidez y la migración a Estados Unidos, nada tan indicativas como las promociones comerciales.
Entre otras, y a tono con la secretaría de Economía, los anuncios de viajes turísticos en el país y el extranjero con el eslogan de “viaje hoy y pague después”, la compra de autos de lujo, las líneas de crédito en tiendas de ropa y zapatos y perfumes y la compra de joyería VIP.
Es decir, la convocatoria descarrilada para volverse un consumista de cosas y objetos suntuarios y que únicamente sirven para lucirse y apantallar a la familia y a los vecinos.

CUATRO. Todo hecho para el consumismo

Incluso, hasta para las cosas y hechos íntimos, privados, clandestinos.
Por ejemplo, ahora como está probado el regreso del COVID, los dueños de moteles se han anticipado y anuncian promociones especiales.
A, una rebaja de cuatrocientos a trescientos pesitos por cuatro horas.
B, en vez de jabón California (tan delator), jabón Octagón.
C, par de copitas de whisky (o al gusto) para la pareja.
Y, D, si en el deseo y la pasión amorosa, la pareja furtiva se pasa de tiempo, media hora de tolerancia, pues como intituló Irving Wallace su novela “7 minutos” que el clímax dura tal límite de tiempo.
Una ganga, pues, para evitar el cierre de los moteles en caso de que la pandemia agrave.
Y de paso, las circunstancias para favorecer la infidelidad y descalabrar a uno que otro matrimonio.

CINCO. El embaucador de 1879

Hacia el año 1879 llegó a México Rafael Juan de Meraupyock. Se ganaba la vida vendiendo de todo. Desde gotitas para la felicidad hasta ropa y zapatos. Y si podía, subastaba alguna isla del Golfo de México.
Entonces, fue bautizado con el nombre de Merolico. El embaucador. El hombre que abusaba del lenguaje y engatusaba.
Y en el siglo XXI, en Veracruz, el góber salsero es campeón.
Por ejemplo, cuando dijo en Tlacotalpan durante su III informe de gobierno que “En Veracruz, las mujeres ya son reconocidas, visibilizadas y pueden soñar y realizarse libre”.
Para entonces, el Estado jarocho se perfilaba como el número uno en el país en feminicidios.
Y hasta la fecha.
En la campaña electoral y en la toma de posesión también juró y perjuró que pacificaría Veracruz en dos años.
Caminó un año. Y dos. Y tres. Y cuatro. Y cinco. Y va el sexto…, y los carteles y cartelitos siguen teniendo vida.
Y vida singular, pues de hecho y derecho están apropiados del destino individual, el destino familiar y el destino colectivo.
Ningún político ha vendido tantas esperanzas baratas, ramplonas, demagógicas y populacheras.
Y ni hablar, y discúlpese, pero como escribiera el novelista Carlos Fuentes Macías, “¡la vida es así y qué le vamos a hacer!”.
Bienaventurados quienes crean en el góber pues de ellos será el reino de Cuitláhuac.


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