El año de Hidalgo…
**Idiota quien deje algo...
**“Ordeñar la vaca”
UNO. “Meter las dos manos al cajón”
Desde el siglo pasado, tiempo priista, fue acuñada la siguiente frase bíblica: El último año del sexenio y el cuatrienio es “el año de Hidalgo”.
El lema era universal: “Chingue a su madre...el que deje algo”.
Y “deje algo” en las arcas.
Luis Velázquez
Tiempo cuando, entre otras cositas y hechos, el país fue encumbrado en el primer lugar mundial de la corrupción.
Gracias, claro, a las tribus rojas empoderadas desde el año 1929 cuando don Pluto Elías Calles creó el partido abuelito del PRI.
El Partido Nacional Revolucionario. PNR.
DOS. “Si te cachan, te echas la culpa y te callas”
Desde entonces, “el año de Hidalgo” está vigente y nada, absolutamente nada, indica su extinción.
Es más, de acuerdo con la periodista Elena Chávez en el libro “El gran corruptor”, en el obradorismo acuñaron la siguiente fraseología:
“Si te cachan… te echas la culpa y te callas”.
Callado, por ejemplo, Ignacio Ovalle Fernández, jefe máximo del Sistema Alimentario, donde “priistas corruptos y resentidos” según dijo AMLO, el presidente, desaparecieron unos diez mil millones de pesos.
Y Ovalle, indicativo y significativo, calladito y por el contrario, premiado con un cargo público en la secretaría de Gobernación y en donde ningún ciudadano conoce su hacer y quehacer cotidiano para “el bienestar del pueblo”.
TRES. Morenacos se van y llegan…
Este año 2024, es “el año de Hidalgo”.
Uno, se va el sexenio federal obradorista.
Dos, se va el sexenio estatal obradorista.
Tres, se van montón de gobernadores morenacos.
Cuatro, y montón de presidentes municipales morenacos.
Y cinco, montón de diputados locales y federales y Senadores.
Y, bueno, como desde “La mañanera” han pasado cacareando que “no somos iguales” a los priistas (ni a los panistas y perredistas), entonces, allá cada ciudadano de a pie y motorizado si cree en las tribus guindas y marrón.
Acuérdese el lector, “año de Hidalgo… chingue su madre el que deje algo”.
CUATRO. Corrupción desde Moctezuma
El adagio popular lo dice con precisión: “La burra no era arisca”.
Entonces, con unos noventa años de la cultura política “ordeñando la vaca y metiendo las dos manos al cajón” (de 1929 a 2018, por lo pronto, aun cuando puede considerarse desde Moctezuma), resulta difícil, una proeza, tarea de hecho imposible, creer que en verdad, en verdad, en verdad, “el año de Hidalgo” ha pasado de moda.
Bastaría recordar, por ejemplo, el nepotismo y el tráfico de influencias tan socorrido con Cuitláhuac García Jiménez como gobernador.
Además, las empresas fantasmas denunciadas en el Congreso por los diputados locales priistas.
Más el favoritismo a compañías constructoras nacionales documentadas por la Cámara de la Industria de la Construcción.
Sin considerar los privilegios para familiares de los políticos encumbrados en el gabinete legal y ampliado de Veracruz.
El caso, vaya, tan indicativo, del diputado local, Juan Javier Gómez Cazarín obsequiando a su padre la presidencia municipal de su pueblo, Hueyapan de Ocampo.
Y de ñapa, el cinismo cuando Gómez Cazarín alardeara que la presidenta electa lo invitó a su gabinete… pero que lo está pensando.
CINCO. Desnudaron Morenacos la corrupción…
Ahora cuando la gobernadora electa tome posesión bien podría trascender “el año de Hidalgo”.
A, si la gobernadora barre para atrás y lo publicita y procede para “devolver el dinero robado”.
C, si barre para atrás y calla.
D, “si deja hacer y deja pasar” sin proceder, siquiera, a una investigación “al pie de la letra”.
De acuerdo con la historia, “el año de Hidalgo” alcanzó “la plenitud del pinche poder” cuando las tribus recién llegadas a la cima movieron la cobija a los antecesores.
“El año de Hidalgo” llegó a ser tan sagrado como Benito Juárez García y Francisco I. Madero.
Con todo y que Juárez (quince años reelecto y lo que es corrupción) otorgó cargos públicos a sus tres yernos y Madero nombró secretario de Hacienda a un hermano mayor y/o primo y diputado federal y ministro sin Cartera al hermano menor, Gustavo, y a quien, además, le financiera un periódico, Nueva Era, con cargo al erario.