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Expediente 2024
Lunes 05 agosto, 2024

De Lázaro Cárdenas a AMLO

I (Calles le impuso parte del gabinete...)

El general Lázaro Cárdenas del Río fue presidente de la república de 1934 a 1940. Y desde entonces, una lección política, social y moral para Andrés Manuel López Obrador, 2018/2024.
Por ejemplo: En aquel tiempo, impuesto por el jefe máximo, Plutarco Elías Calles, como sucesor (ya llevaba tres Dedazos con Emilio Portes Gil, Abelardo L. Rodríguez y Pascual Ortiz Rubio), don Pluto (como le llamaban)

Luis Velázquez

se quedó con “hacha, calabaza y miel”.
Así, dueño del día y de la noche y del destino individual, familiar y colectivo de las tribus políticas, Calles impuso a mitad del gabinete legal y ampliado a Cárdenas.
Y tenia de su lado a la mayoría de diputados federales y locales y Senadores.
Y a los gobernadores.
Y a los jefazazos de las comandancias militares de norte a sur y de este a oeste de la república.
Además, Cárdenas en Palacio Nacional, Calles vivía obsesionado con seguir mandando a su pupilo y a quien llamaba “Mi muchacho” que porque lo había formado y abierto el ascenso político.
Durante dos años, Cárdenas “aguantó vara”.
Pero llegó un momento estelar cuando simple y llanamente, se hartó porque era muy metiche.
Entonces, una mañana, antes de las seis horas, un avión militar llegó a la hacienda en Cuernavaca, Morelos, donde Calles vivía y leía su libro preferido, “Mi lucha”, de Adolfo Hitler.
Y con una piyama de color azul con florecidas multicolores.
Los militares fueron concretos y específicos:
“Venimos por usted para llevarlo a Los Angeles. Y en el avión lo esperan dos amigos”.
Eran par de amigos, los más cercanos a Calles, en el ejercicio del poder.
Al día siguiente, la noticia principal de los periódicos fue la siguiente:
Cárdenas exilia a Calles.
Al día siguiente, todos los legisladores federales callistas amanecieron cardenistas.
Y todos los gobernadores callistas, cardenistas.
Y todos los jefes militares en la republicas callistas, cardenistas.
Y al día siguiente, Cárdenas pidió la renuncia al gabinete legal y ampliado para nombrar a su equipo, y algunos de los que ya estaban, cardenistas probados y comprobados, fueron removidos a un cargo superior.
Con ese ultra contra súper manotazo, Cárdenas pacificó el país en materia política.
Incluso, en Los Angeles, Calles (quien siempre creyó en los médiums y asistía a reuniones espiritistas para comunicarse con sus héroes y dioses patrios y amigos fallecidos, igual que Francisco I. Madero) tuvo un enlace cercano con un chamán quien le insistió hasta convencerlo para regresar a México y reconquistar los privilegios perdidos.
Calles regresó.
Pero Cárdenas asestó nuevo manotazo y le mandó a decir que se estaba quieto o lo exiliaría de nuevo.
Gran lección de la historia de Cárdenas a Calles y a los sucesores y en todos los niveles, incluidos los gobernadores y hasta los presidentes municipales.
Ni más ni menos, la gran vigencia bíblica de que “¡Muerto el Rey, viva el Rey!”.
La cátedra de que tú… ya tuviste tu sexenio y ahora me toca.
Casi casi, la filosofía política jarocha de que “Aquí, mando yo”.
Y si me equivoco vuelvo a mandar.
Y es que como se sabe (el respetado y respetable columnista, Raymundo Riva Palacios, Estrictamente Personal, se ha ocupado del asunto), López Obrador ha impuesto a Claudia Sheinbaum montón de obradoristas en su futuro gabinete.
Incluso, vaya, hasta a la secretaria de Gobernación y listo el Dedazo para la nueva dirigente nacional de MORENA.
Por ahora, Sheinbaum, de seguro conocedora de la historia, prudente y paciente, ha aceptado.
Pero ya se verá el tiempo político y social y moral en que aguanta a los obradoristas en su gabinete.
Más cuando un nieto de Lázaro Cárdenas del Río, Lázaro Cárdenas Batel, fue nombrado jefe de la Oficina Presidencial.
Más porque tiempo anterior, Cárdenas Batel le renunció a AMLO cuando evidenciara a su padre, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, el político que todo, absolutamente, todo, diera al tabasqueño.
Más por la enseñanza superior de Cárdenas del Río a los políticos de todos los tiempos.
Más porque en los cinco continentes está probado y comprobado que el poder político nunca, jamás, se comparte, ni siquiera con la Barbie preferida, la catedral de las amantes.
Más porque en todo caso, AMLO ya estuvo (está por termina) el sexenio de cara a la historia.
Y ahora, con todo y que Sheinbaum ganó por el factor AMLO, es su tiempo.
Su tiempo… de cara a la nación.
Y si los Callistas impuestos a Cárdenas duraron dos años en el poder político, la suerte está echada para los obradoristas con Sheinbaum.
Bien dijeron en aquel tiempo, “el que gobierna está en Palacio Nacional y quien manda vive enfrente”.
Lo decía Porfirio Díaz Mori: “El presidente da y quita”.
Y, bueno, conforme la presidenta electa se vaya afianzando, Cárdenas del Río resucitará en Palacio Nacional.


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