Ruego a Cuitláhuac:
**¡Pare esta masacre!
**La vida aniquilada
UNO. ¡Pare esta matanza!
Por misericordia y piedad, ingeniero Cuitláhuac García, ¡pare esta masacre!
Veracruz, un pueblo ensangrentado y con sangre femenina y masculina.
Y de niños, jóvenes, mujeres y ancianos.
Luis Velázquez
La última matanza. En Fortín. El fin de semana. Tres hombres ejecutados. Ahorcados.
Y en la casa de uno de ellos.
Identificado, José Juan. De 43 (cuarenta y tres) años. Los otros dos, de identidad desconocida.
Los tres, ejecutados a madrazo limpio. Uno tras otro. Poco a poco, la extinción de la vida. Los últimos estertores.
Luego, maniatados.
Después, los asesinos perdiéndose en el día y la noche violenta, turbulenta y huracanada “de la noche tibia y callada” de Agustín Lara.
Y de inmediato, la versión oficial: distribuidores de droga.
Y, claro, la versión, sin investigar.
Desde luego, nadie dudaría de un inventario gubernamental de la vida de los ciudadanos.
DOS. Malos, dueños del día y de la noche
¡Pare, Cuitláhuac, esta masacre!
Insólito, inverosímil, inadmisible, Cuitláhuac, que los carteles y cartelitos, sicarios y pistoleros, malosos y malandros, estén adueñados de la vida individual y la vida familiar y la vida colectiva de la población de Veracruz.
De su lado tiene usted a la policía estatal. Y a la policía municipal. Y a la (todavía) Fuerza Civil. Y a la Guardia Nacional. Y a los soldados. Y a los marinos.
Se ignora si aún estén vigentes aquellas juntitas denominadas la Construcción de la Paz.
Pero, y aun cuando ya se sabe, actúe, Cuitláhuac, actúe.
Le quedan de aquí al día último de noviembre.
Agosto. Septiembre. Octubre y noviembre.
Y Fernando Gutiérrez Barrios con su equipo de la dirección de Seguridad Pública pacificó Veracruz en cuarenta días y cuarenta noches.
TRES. Culpar a la prensa…
Cinco años y ocho meses después, la realidad es incontrovertible:
Usted ha inculpado a la prensa de inventar historias irreales de violencia.
Pero los hechos son los hechos. Y hasta el mismo Sistema Público de Seguridad Nacional se ha ocupado del asunto.
Veracruz, por ejemplo, en el primer lugar nacional de feminicidios, secuestros, desapariciones, extorsiones y fosas clandestinas.
Y uno de los primeros lugares nacionales en impunidad.
Entonces, y sin pasiones truculentas y huracanadas, en su política de seguridad hay talones de Aquiles.
CUATRO. Tsunami de violencia
La población vive, más que en el miedo, el pavor, el terror y el temor, en “el miedo al miedo”.
Por todos lados (cierto, en la prensa contando las historias de cada día), la sangre escurriendo.
Y tanta sangre ha llevado a la sicosis social.
Claro, ni los familiares de las mujeres feminizadas…
Ni tampoco los novecientos niños dejados en la orfandad…
Ni tantas parejas viudas, por ejemplo, están en la sicosis.
Ellos han padecido el tsunami de violencia multiplicado desde que usted tomara posesión como jefe del Poder Ejecutivo estatal.
CINCO. Los desaparecidos volaron al cielo. O al infierno
A la fecha, por ejemplo, nada se sabe de los cinco campesinos de Actopan desaparecidos, todo indica, en la ciudad jarocha.
Tampoco de los siete comerciantes de Río Blanco desaparecidos en Ixtaczoquitlán.
Ni de los cinco muchachos desaparecidos en Xalapa.
Ahora, de cara al final del sexenio, los tres comerciantes asesinados en Fortín.
Hay señoras, señor Cuitláhuac, preguntándose ¿cómo le hace usted para dormir como un bebé?
SEIS. De fracaso en fracaso
Fracaso económico sexenal: el gobierno de Veracruz incapaz de recuperar los miles de empleos perdidos en el par de años del COVID.
Fracaso educativo: 550 (quinientos cincuenta mil) habitantes de Veracruz que no saben leer ni escribir.
Además, los dos millones seiscientos mil con las escuelas primaria, secundaria y bachillerato incompletas.
Fracaso de salud: niños con cáncer fallecidos por la falta de medicinas, entre otros hechos indicativos.
Fracaso de seguridad: el peor entre los peores rubros.
¡Piedad, misericordia, Cuitláhuac García, piedad, piedad, piedad para parar esta masacre!